Su primera canción

18 dic 2017 / 09:22 H.

Dos años recién cumplidos tiene la fotografía que acompaña a este texto. Javier Márquez Sánchez (Jaén, 1971) dio el salto a la Alcaldía de la capital con el difícil compromiso de dar continuidad al proyecto político diseñado por su antecesor, José Enrique Fernández de Moya, quien puso rumbo a Madrid para cumplir sus nuevas funciones como secretario de Estado de Hacienda, entre otras cuestiones que no vienen al caso. Fue apenas un año y medio después del comienzo de un mandato en el que, desde el principio, se presagiaba un relevo forzado. El cambio en la “silla eléctrica” del Ayuntamiento, conocida así por circunstancias económicas que invitan a entrenar como el mejor atleta del mundo, inmortalizó momentos, a través de las cámaras fotográficas, perfectos para cualquier análisis político. La imagen del debutante alcalde pisando la vía de un tranvía abocado a la muerte eterna causó un giro en el fondo y en las formas en el arte de hacer posible lo imposible.

Queda claro, desde aquella fotografía para el recuerdo, que el alcalde de antes nada tiene que ver con el de ahora. Pertenecen al mismo partido político, son amigos íntimos, fueron compañeros de la Universidad, y si uno está donde está es porque el otro le dio el empujón necesario hasta aparcar su profesión, la de abogado, para dedicarse a su ciudad. Sin embargo, cada uno tiene su impronta, su marca, un estilo propio que, como en las mejores familias, cuando se expone al público tiene sus consecuencias. No está mal decir en voz alta que, dentro del mismo equipo de Gobierno, hay quienes cantan al son de la música de José Enrique Fernández de Moya y otros que les va más la marcha de Javier Márquez. ¿Significa que hay división? Pregunta retórica. Hay que tener los ojos vendados para impedir ver que no todo el monte es orégano y que, en los incipientes prolegómenos de la función, se escenifican realidades que, como la verdad, escuecen. Cada palo tendrá que aguantar su vela cuando las elecciones municipales estén a la vuelta de la esquina. Y, en cierto modo, no queda tanto para empezar con el corte y confección en el que se convierte la configuración de las candidaturas.

Javier Márquez ya tiene su primera canción. El domingo desayunó con una encuesta en la mano, publicada en este nuestro periódico, que, después de mirar con lupa, le sirvió para extraer sus propias conclusiones. Tal y como está el patio, llegar a los once concejales no es cuestión baladí. La gestión está marcada por la miseria y los dimes y diretes internos del Partido Popular tienen rebotado a un electorado que, harto del espectáculo, busca depositar sus esperanzas en otras fuerzas políticas con tendencia a la derecha. El problema es el cartel. Si la cabeza de lista es una mujer con más tendencia a la izquierda que al acomodado centro, difícil será que el descontento popular se decante por un partido ciudadano con una historia de fugas al grupo de los no adscritos que tan pronto no se olvida.

Harina de otro costal es que el Partido Socialista, con tendencia a la baja en este primer sondeo, traslade el pacto de Andalucía al Ayuntamiento de Jaén. Eso sí, primero habrá que ver cómo desarrolla la campaña el parlamentario Julio Millán. También influirá la estrategia de confluencia de los partidos de izquierda, en un escenario en el que la oposición que realizan los tres concejales de Jaén en Común suena con más fuerza que la que hacen los nueve socialistas con escaño municipal. Hay quienes dicen que Javier Márquez es el único perfil que tiene su partido para continuar en el poder. Con él cunde el pánico entre quienes están dispuestos a jugar todas las cartas. El tiempo dirá si su primera canción era mentira.