Sonrisas y lágrimas

10 dic 2018 / 11:23 H.

Es difícil encontrar una fotografía en la que estén juntos, pero no revueltos. La visita del líder nacional, Pablo Casado, fue la excusa imperfecta para compartir paseo electoral por las calles de una ciudad en la que ambos, sin embargo, se juegan su futuro. El primero porque aspira a continuar en la Alcaldía de Jaén, y el segundo porque necesita que la suerte de las cifras le acompañe para consolidar su presente al frente de la sede de la calle San Clemente. Todo son contratiempos desde aquel congreso en el que la unanimidad brilló por su ausencia en esa carrera de obstáculos para convertirse en presidente provincial del Partido Popular. El caso es que Javier Márquez y Juan Diego Requena forman parte de la misma “casa” política y, aunque en las formas que marca la oficialidad todo es sonrisa, en el fondo de la extraoficialidad hay alguna lágrima. Es decir. No hay filin entre el alcalde y el líder de los populares jiennenses. Así de claro.

Hay quienes dicen que ambos se frotaban las manos en la noche de las elecciones autonómicas. Cierto es que a los dos les interesa que la fuerza política a la que representan levante el vuelo del charrán que tienen como “mascota”. Lo que ocurre es que, cuando las espadas están en alto, la libre interpretación de resultados con tantos veredictos como mentes subjetivas hace que entre líneas se pueda leer la existencia de una confrontación interna. Al grano. En la temida e irreal extrapolación de resultados, no le fue bien al Partido Popular del Ayuntamiento de Jaén en las urnas celebradas el 2 de diciembre y, sin anestesia, la dirección provincial —a la que tampoco le salen demasiado bien las cuentas— que lidera su “enemigo” íntimo hoy por hoy, emitió una nota de prensa en la que puso blanco sobre negro. Apoyado en datos reales como la vida misma, sacó a pasear esas 8.600 papeletas perdidas en relación con los comicios celebrados hace tres años y medio. No los municipales, que fueron el mismo año, sino los autonómicos. También es aplaudible el hecho de que un representante político haga autocrítica con unos resultados que para nada son esperanzadores cuando a la vuelta de la esquina hay unas urnas con una cercanía que asusta. Todo hay que decirlo. Porque, valga un paréntesis, cuando las matemáticas imperan, es incomprensible que los más votados lloren por las esquinas y, sin embargo, los perdedores griten de euforia por motivos más que aparentes. Es decir, que los socialistas, que han ganado las elecciones andaluzas, saben que la suma de las siglas que componen el bloque de la derecha —al que tanto temían en campaña— les arrebatará el poder después de treinta y seis años ininterrumpidos en la Junta de Andalucía.

El caso es que, con membrete del Partido Popular, Juan Diego Requena sorprendió con una nota de prensa que puso el Ayuntamiento de Javier Márquez patas arriba. Cotejó los resultados de la capital con los obtenidos en 2015, nefastos, pero no aplicó la misma tabla de medir para su agrupación en la provincia, que optó por compararla con el resto de provincias andaluzas en esta atípica e interesante cita con las urnas. Y, al César lo que es del César, si en la capital el descenso fue de 8.600 votantes, en la provincia fue de 31.083.

¿Qué pasará ahora? Normalidad y más sonrisas que lágrimas. Esa es la respuesta. Porque, tal y como expresaron su opinión los votantes, corren vientos de cambio a favor de un equipo nuevo que, eso sí, deparará alguna que otra sorpresa. El alcalde lo dejó bien claro, la semana pasada, en las redes sociales: “La hora del cambio ha llegado a Andalucía y a Jaén”. Presagios.