Sonrisas de Jaén

22 feb 2017 / 11:07 H.

Si miráramos con ojos de rabiosa actualidad a Jaén quizá pocas sonrisas podríamos esbozar. Abandonados por un futuro que parece no llegar nunca y sin un espíritu efervescente que nos haga enfrentarnos a la nada en la que nos movemos, Jaén parece vegetar entre su camastro de olivos. Pero he aquí que nuestro diario JAÉN ha hurgado entre sus inconmensurables archivos fotográficos y nos ha entresacado gestos alegres, sonrisas abiertas, caras iluminadas por la esperanza del momento vivido... Son sonrisas de un Jaén en el que podemos reconocernos, vistas que —ojalá— sean algo así como aquellos exitosos y setenteros “recuerdos del futuro” que popularizó Von Daniken. Sonrisas del ayer que desearíamos tener en el presente y más allá del porvenir. Sonrisas que deberían corresponder a una tierra renacida de entre olvidos y balbuceante ante realidades que dejen de ser solo soñadas. De sonrisas, de llanto, de expectación, de crudeza, de alivio, de esperanza y de anhelos varios está lleno el baúl de los recuerdos de nuestro periódico de cabecera. La última página lleva tiempo asomada a ese pasado no siempre sonriente y reconozco que es una de las primeras secciones que leo cada mañana. Es “En el recuerdo” y ahora ha crecido hasta llenar las sabrosas paredes de “La Barra” con el semblante de Piturda comandando la expedición. Con él podemos revivir un Jaén distinto del que no estamos seguros de qué senda tomó para llegar hasta hoy. ¿En qué lugar y momento de la historia jaenera dejamos olvidada la sonrisa del esfuerzo, de la lucha, del levantarse y guerrear por lo nuestro? ¿Cuándo decidimos vivir al socaire de los vientos del progreso? Piturda se llamaba en realidad Octavio. Y si su apodo, digamos cariñoso, no tenía especiales connotaciones “nobles” sí que contaba con ellas su nombre real. Él fue todo un emperador con su carrito de cartones y se codeó, dicen, con nuestra majestad emérita Sofía. Algo equiparable a nuestro Jaén. Perdido en el laberinto oscuro de la historia y rozando, solo rozando, la realeza del progreso ganado a pulso. ¿Llegará pronto el día en que podamos sonreír, reír, proclamar a los cuatro vientos lo que somos y lo que queremos?