Solera fina

10 jul 2018 / 08:06 H.

Bueno, a pesar de que estuve en decenas de tertulias con él, yo no sé si el fino que irrenunciablemente tomaba el ya desaparecido Antonio Altés Sánchez-Rando era de solera o no. La solera la tenía él. Antonio tenía duende, empaque y sabiduría para saber estar en cualquier tertulia, fuese el tema que fuese. Pero si se hablaba de toros, de cante y de alguna cosa relacionada con Jaén, entonces se animaba bastante, porque eran sus temas preferidos, sobre todo, los toros, su gran pasión. Incluso desempeñó cargo de responsabilidad en este terreno cuando fue representante de las empresas Sánchez Moreno y Puerto Peralta, que regentaron la Plaza de Toros de Jaén en los 60 y 70. Admiraba a Curro Romero, y siguió con mucho interés a Juanito Tirado y a Morenito de Jaén. Antonio Atlés era un hombre muy popular en nuestra ciudad. Fue directivo de la Peña Flamenca de Jaén y presidente del Casino de Artesanos durante más de diez años.

En el Casino de Artesanos vivió épocas muy difíciles en las que Antonio lo salvó de la desaparición gracias a su trabajo y su iniciativa. Organizó actividades recreativas y culturales, conferencias taurinas, charlas para preparar a los mozos que se marchaban al servicio militar y los Campeonatos Provinciales de Dominó, organizados por la marca de cigarrillos “Fetén”. El casino llegó a tener 900 socios. La creación de los hogares de jubilados le fue restando afluencia y, el golpe final, se lo propinó el bingo, que resultó un mal negocio para el Casino de Artesanos.

A mí me hablaba mucho Antonio Atlés de estos temas, sobre todo, cuando coincidíamos en el bar-restaurante Montemar, de Carlos Guerrero, donde él tenía su sitio fijo en una esquina de la barra. Allí permanecía apoyado en la pared, con su copa de fino siempre a punto, controlando con la mirada a quienes entraban por la puerta. Recuerdo que trabajamos juntos en la comisión encargada de organizar el acto de la imposición de la Medalla al Mérito en el Trabajo al inolvidable Juanito Valderrama, a quien tanto admirábamos los dos, aunque Antonio tenía aún mayores preferencias por Manolo Caracol. Pero ya fue un detalle que la Peña Flamenca, donde Juan Valderrama tenía más de un detractor, se decidiera a dar ese paso decisivo para homenajear al maestro de Torredelcampo. Antonio Atlés llegó a confesarme que Juan Valderrama había sido el mejor conocedor de los cantes que había visto jamás.