Sobre las banderas

25 oct 2017 / 10:16 H.

Me van a perdonar, pero es un tema que me crea muchas dudas. Veo banderas en los balcones de muchas ciudades con el tema de que una parte de Cataluña ha expresado su deseo de independizarse del resto de España. Bien, es un deseo, de claro matiz político, y que entiendo que son los políticos quienes tienen que arreglarlo, siempre, claro está, contando con nuestra decisión mediante urnas. Lo que me crea mucho desasosiego es la utilización que se pueda hacer de la población, la más inocente de todo este tema, como medida de presión. Y, sobre todo, la abundancia de generalizaciones que existen. Me gusta pensar que el trabajo de los actuales catalanes, sean ancestralmente originarios de ese territorio o provenientes de generaciones de inmigrantes venidos desde otras tierras, ha contribuido, como otras muchas comunidades autónomas, al rápido progreso de nuestra economía desde los tiempos de la Transición española. Es innegable que Cataluña ha impulsado decididamente la europeización de nuestras rutas comerciales. Pero Cataluña también es una tierra con mucha historia en proyectos de inclusión social de personas con discapacidad. Un ejemplo que admiro es el de La Fageda, que animo a que busquen en internet. Plataformas del tejido asociativo como Dincat, que engloba a más de 300 asociaciones de personas con discapacidad intelectual da una idea del trabajo ingente que realiza. Cataluña es una tierra ejemplar en los proyectos de mercado tutelado para empresas de inserción para personas en riesgo de exclusión social, con una normativa vanguardista, donde más empresas existen, siendo un ejemplo para el resto de comunidades autónomas. Las administraciones catalanas han entendido el apoyo que han de prestar a estos colectivos. Por eso, deseo fervientemente que no se utilice ninguna bandera para dividir ni para humillar. Sino para unir y para conocer que existen tantas micro realidades que escapan a las absurdas generalizaciones que tratan de imponernos. Mi deseo, como dice la canción del barcelonés Macaco, que seamos una marea de gente, todos diferentes, remando al mismo compás.