Sin
paradas

05 feb 2019 / 16:32 H.

En un mundo en el que luchar en contra de la globalización es un absurdo, en donde la renovación y la adaptación al medio es constante, en donde no gana el más fuerte, sino el más inteligente, se debería saber gestionar mucho mejor cualquier conflicto; palabra que, como casi todas, las hemos heredado de nuestra lengua madre Latina. Con (unión), flictus (golpe). Enfrentamiento. Los conflictos no necesariamente tienen que ser dañinos, el hecho de haberle dado una connotación negativa la hemos heredado de un pensamiento que ha querido transmitir un sentido destructivo, unido a una violencia impuesta generada por la supuesta falta de entendimiento. ¿A qué viene la violencia si no es a hacer daño? Habría que analizar que gracias a esas diferencias y a esa oportunidad que ofrece la posibilidad de ver o posicionarse en la otra cara de una verdad no menos cierta, hemos dado lugar a grandes progresos en la convivencia, con logros importantes. Un árbol no deja que sus ramas se enfrenten entre ellas para evitar ser más grande y tener más hojas, sería absurdo; se siente orgulloso de sus raíces, que son las que le permiten crecer para dar más frutos. Eso sí, de nuestro conocimiento y actuación dependerán que sean más o menos dulces.