Si nuestros trenes funcionaran

14 feb 2018 / 09:18 H.

De sobra sé que hablar del servicio del ferrocarril en Jaén es casi tanto como hablar de agua en la luna, es decir, que brilla por su ausencia. No descubro nada si digo que nuestra provincia ha sido y es olvidada, por completo, de todos los planes, proyectos, intenciones y trazados ferroviarios. Sencillamente, no existimos porque no interesamos lo más mínimo, ni a Renfe ni a Adif. Nuestra comunicación con el resto del territorio nacional, a través de este medio de transporte, es prácticamente, inexistente. Para ello nos hemos acostumbrado a hacer nuestra la estación de Córdoba. No obstante, es obvio que ambas empresas deben guardar las apariencias y simular que trabajan por mejorar y mantener el servicio de trenes en nuestra tierra. Sin embargo, últimamente, no parece que ello les preocupe demasiado. Ya no es sólo el desmantelamiento de trenes que venimos sufriendo, paulatinamente, lo que se traduce en escasos servicios que ofrecen y la falta de variedad horaria, sino que, además, el deterioro de las infraestructuras que quedan es tan patente que llega a dar vergüenza ser testigo de ello. Las máquinas expendedoras de tiques no funcionan, los trenes no salen a la hora prevista, sólo funciona una ventanilla de las tres o cuatro que hay, mientras los usuarios se impacientan en la cola de espera ante la proximidad de la hora de salida de su tren, lo que desemboca en los inevitables acaloramientos de comentarios al respecto. Podríamos continuar con la enumeración, pero de sobra nos la conocemos todos los jiennenses. El gran problema es la consecuencia inmediata de ese mal servicio. De nada sirve el gran esfuerzo que viene realizando el mundo de la hostelería en Jaén y el apoyo para su fomento que realizan las instituciones locales y provinciales, para incentivar el turismo, a través de innumerables muestras gastronómicas, descuentos y ofertas que se ofrecen y se publicitan allá donde se celebra una feria, si el servicio de trenes en la provincia está sometido a una racionalización tal que los viajeros se marchan despotricando por su mal funcionamiento.