Septiembre en gris

03 sep 2017 / 11:18 H.

Definitivamente abandono, un domingo de mañana es el mejor momento para urdir una inmolación ejemplar, tirar la toalla, huir con el rabo entre las patas, deleitarse a la sombra del ciprés, escupir al viento, ser náufrago y naufragio, quedarse en páramo y tan solo escuchar aquello que se quiera oír. Estoy ante una coyuntura introspectiva aliñada con venenos recalcitrantes, es decir, para entendernos con pocas palabras, estoy hasta los bolardos, padezco en el escroto escoceduras de tercer grado y además tengo el buzón repleto de facturas y propaganda de restaurantes chinos. Ustedes se preguntarán ¿qué le pasa a este tío? Y yo les digo que a este ser humano que se ajusta los calzones todas las mañanas no le ocurre nada excepcional, ninguna terrible desgracia me ha anulado las ganas de vivir, estoy relativamente sano y relativamente satisfecho de mi sobria y somera biografía. No debería de quejarme, porque según las estadísticas estoy en esa franja estrecha y privilegiada de habitantes de este mundo que viven relativamente bien. Pero no vivimos solos, ni en burbujas asépticas, nos puede y tendría que afectarnos tanto lo que es íntimo, cercano o familiar, como aquello que consideramos como males ajenos y lejanos. En definitiva todos estamos pegados a esta gran canica azul que está en continua rotación y traslación, y además sin marearnos. Tampoco se trata de enquistarnos en un continuo y estéril lamento por todos los males de nuestra pretérita, presente y futura historia sino de intentar suprimir con cultura y bálsamo de Fierabrás los muchos restos de egosaurios violentos y codiciosos que aún arrastramos.

Para que ustedes, si lo desean y en la medida de lo que cabe puedan entender mi asentada postración, podríamos empezar por lo que tenemos más a mano, hurgando en las entrañas de nuestro edén particular, el Jaén de levántate brava, el poetizado mar de olivos, muy trabajado, eso sí, y muy subvencionado, eso también, y con muchos inmigrantes no legalizados entre los terrones, y mucho italiano acechando entre estaca y estaca para revender el néctar de la teta madre. Tenemos endeudados a la mayoría de ayuntamientos, y muchos proyectos acabados o inacabados enmoheciéndose en el trastero, somos una de las provincias con mayor paro y disminuye la población de forma alarmante, y ¿entonces, que clase de paraíso tenemos? Un paraíso al que se le vuelan los ángeles. Pero en fin, siempre nos quedará Jabalcuz o incluso los Cañones. En cuanto a España, este país tan bonico ¿qué les puedo contar “pa” no cabrearlos?.” Na de na”. Y el mundo con Trump caminando a “trumpicones”.