Señores, dejen paso

01 feb 2018 / 09:28 H.

Los asuntos de género no son una cuestión de moda, sino una necesidad. En ese sentido, no se pueden usar para reclamar votos o como alardes populistas. De todo hay, claro, incluso los que no se dan por aludidos. Por ejemplo, el otro día en una entrevista en la radio, Mariano Rajoy dijo que no hay que meterse en la cuestión peliaguda de igualar la brecha salarial entre hombres y mujeres, pero a los pocos días se ha retractado, bien aconsejado por algún asesor. Llama la atención, después de toda la polvareda, cómo la torpeza de Rajoy es inversamente proporcional a la consecución de votos, y cuanto más se equivoca, más réditos electorales acaba recabando. Seguramente el otro día no tenía aprendida la lección. Ahora, en cambio, se la sabe de memoria, aunque la justicia salarial entre hombres y mujeres no es uno de sus objetivos a corto plazo. Por sus declaraciones los conoceréis. Una vez matizada su opinión, aquellos que nunca le creímos, le creemos menos aún, pero a un buen sector de la población le bastará para disculparse, asintiendo ante la negligencia, manteniendo un sistema socioeconómico en el que no se corrige nada por sí mismo —al contrario de lo propuesto por el liberalismo filosófico—, ni se llega a alguna compensación. No todo el liberalismo que reluce es oro, dice el refrán. O algo así. Y viene al pelo para desconfiar de credos y axiomas, pues si se criticaron otros modelos hace décadas, cuando todavía se soñaba con alguna alternativa, sin oposición tampoco es bueno el pensamiento único. El pensamiento único. La falta de crítica. La falta de diálogo, en suma. El caso es que la diferencia de más de 15 puntos en España en los sueldos entre hombres y mujeres se podría observar relativa si comparamos con la media europea, por lo que algunos saltarían de alegría gritando que estamos salvados, ¿verdad? Europa es un paraguas cuando nos interesa. Y hay que seguir trabajando, argumentarán. En la dirección justa. Hay que olvidar los errores del pasado y centrarse en lo positivo. Sin embargo, que conste que cuando no caben todos, no caben todos, y comienzan las distinciones. También se repetirá que siempre ha habido clases, con lo que se certifica la injusticia social como endémica al sistema. Ya vendrán tiempos mejores, si es que vienen. Pero las mujeres no son otra clase, sino la otra mitad. La mitad que hace diálogo, la que necesitamos para entendernos. El mundo nunca será justo mientras las mujeres no ocupen la mitad de los lugares relevantes, no relegadas a reinas del hogar o trabajos menores. Incluso apostaría porque las mujeres tomaran la mitad más uno de los cargos políticos y puestos de poder económicos. Estoy seguro de que la humanidad sería más feliz, las medidas que se tomarían serían más justas, y habría más equilibrio. El desafío es complejo, lo sé. Por lo pronto, hace falta una reforma de la Constitución del 78 que tenga en vez de padres, madres. Sí, todas madres de la Constitución. En España hay excelentes juristas mujeres, así que, señores, dejen paso. Cualquier país sería muy diverso si estuviera gobernado por mujeres, si ellas tomaran el poder. Basta ya de machismo. Basta ya de patriarcado. El mundo necesita mano izquierda, y esta solo podrá venir por la intervención de las mujeres. Otro mundo es posible. Que nos guíen a todos. Por el bien del género humano, señores, dejen paso.