Sé feliz, hay que ver lo bueno en todo

30 dic 2018 / 11:03 H.

Tiene una amiga de antaño el “señor Jota” que se llama Susana Rodríguez Ramiro, fue compañera de trabajo hace algún tiempo, no corto, pero, lo principal, perdura la savia de la hondura en la creencia en la condición humana; qué cosas, creer en la gente, en la buena gente; qué cosas, tan fuera de moda. A Susanita la vida se le torció un día cualquiera de hace algún tiempo y ella le perdonará seguro que ahora le diga que fue para bien, que no es así, que con todo lo sufrido, con todo lo pasado, con toda la vida que se comía a borbotones de alegría, una trastada del destino le dejó la secuela de tener que parar. Y paró, no tuvo más remedio, pero paró lo justo, que luego se armó de valor y de ovarios y aquí la tenemos, como siempre: sonrisa eterna, vitamina de vida permanente; no hay otra en Jaén y se llama Susana. ¿Eres feliz? Pues sí, no hay mayor felicidad que verla a ella enteramente ella, siendo ella y viéndola pletórica ella. A ella y a gente de Adacea como ella apela en esta última Contracrónica del año el “señor Jota” para proclamar a los cuatro vientos que viva la alegría, la amistad y la felicidad. Seamos felices, no por alguien, aunque también; tampoco por algo, pese a que a veces una pequeña gran historia nos agrande el alma, quizá con alguien en singular y también en plural; nada de eso tal vez porque la felicidad no debe ir acompañada de sujetos ni verbos ni complementos, o sí, cualquiera sabe a estas alturas de la vida y de año, acabándose uno de fin de crisis que no es el final de la crisis, una vez más engañados (pero hoy que no cunda el desánimo, todo lo contrario, perviva el animoso ánimo de vivir bien, en paz, qué simpleza más linda). Sé feliz, querida Susana porque, al fin y al cabo, es lo que te mereces, es lo que has sembrado, es lo que irradia tu sonrisa de antes, de ahora, de siempre, pese a los renglones torcidos de la vida que te ha tocado sufrir. No hay mayor alegría para gente cuajada a base de sinsabores y desplantes, de remolinos bucólicos de sarcasmo e incomprensión, que tu ejemplo, tu inconmensurable a inigualable ejemplo. No podía tardar más tiempo en contarlo el “señor Jota”, no debía dejar pasar un minuto más sin hacer pública su admiración por ti y tus ganas de vivir. Y tus formas de transitar por la vida con ruido, sí, con las ganas de hacer ruido para bien, guste o no guste, que nos da igual, ¿a que sí? Repiquetea en la cabeza del sensiblón “señor Jota” una frase rescatada de su maestro García Márquez: “No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad”. Llega al alma lo que este hombre decía. “Sé feliz” le escribió el periodista Javier López en su nicho de yeso a quien lo había contratado no siendo de este oficio, su presidente Esteban Ramírez; la misma frase que semanas antes éste le había dedicado en su boda con una serrana de Siles. La vida es tan puñetera como sabia, por eso el “señor Jota” siguiendo el hilo de los desheredados del mundo jaenero, siempre que tiene un recaída recuerda a los suyos que aún sufriendo lo indecible ahí están, tan erguidos e imponentes como la cruz del Castillo. Vive Susana, vive y danos ejemplo de vida.