Se acabó lo que se daba

15 dic 2018 / 11:13 H.

Desde hace tiempo vivimos en un mundo marcado por la incertidumbre, donde todo se mueve, y en el que la capacidad de adaptación de organizaciones y personas se convierte en un factor clave de supervivencia. Muy pocos se atreven a predecir el futuro, y si lo hacen, la combinación de elementos como la devaluación de los salarios, el elevado endeudamiento de los estados o el incremento del populismo a nivel mundial, resultan una proyección explosiva. Dicen que aprendemos de los errores, pero a veces la piedra del camino parece que nos persigue. Entre las noticias económicas del día destaca el anuncio por parte de Mario Dragui de que finaliza la operación de compra masiva de bonos públicos en la zona euro. Considera el mandatario europeo que los países ya están en condiciones de enfrentarse a los mercados con sus propios recursos. Al italiano le debemos habernos salvado de una fragmentación del euro y de una liquidación de los estados miembros al borde de la suspensión de pagos. Sus decisiones al filo del precipicio permitieron aliviar la prima de riesgo de los países miembros, principalmente la española, en momentos asfixiantes. En un pulso trascendental con la soberana emperatriz Ángela, sacó todo el arsenal de liquidez y aplacó a los insaciables mercados financieros que nos comían por sopas. Hace diez años, el Banco Central Europeo no había comprado ni un céntimo de deuda pública de los Estados. Hoy posee más de un 23% del PIB de toda la zona Euro. Por muy lejano que nos parezca a los jienenses esta cuestión, le debemos mucho más al discreto Mario que a tantos otros personajes nacionales que se ponen el traje de superhéroe y luego son meros mortales sin poderes, con mucho don y poco din. Y es que el dinero llega por el empleo, y este surge y se mantiene en la medida en que llegan las inversiones y estas llegan por el camino del sector privado o del sector público. Si el primero se encasquilla por no tener el B1 en lenguas asiáticas, el segundo ha de servir de batería auxiliar que empuja el motor híbrido de la economía. Y que esa batería de lo público no se haya agotado se debe en cierta medida a las políticas expansivas de una incomprendida Unión Europea vilipendiada por oportunistas ataques nacionalistas. Ahora toca enfrentarse a este reto de caminar sin el apoyo financiero del socio que nos compra los bonos para financiar el déficit público. Se supone que habremos incrementado la recaudación y por tanto los ingresos, y que igualmente habremos dotado de mayor eficiencia al gasto público. En caso contrario, los buitres se encargarán de revolotear nuestras azoteas jugando al póquer con nuestros bonos, acechando políticas sociales e incrementando sus márgenes financieros. Las expectativas son de una inevitable subida de los tipos de interés que deberíamos sostener en un entorno de tipos bajos con Euribor negativo. Aquí, en España, donde el índice de confianza sigue en positivo, a diferencia de otros países, debemos apostar por el futuro siendo atractivos a inversionistas. Un modelo que debemos replicar en nuestra provincia a fin de generar empresas empleadoras en tiempos de crecimiento. Aquí, en Jaén, tierra de oportunidades, si hubiera que poner nombre a una calle, plaza o avenida, se debería reconocer a los personajes más influyentes en la felicidad de nuestros habitantes. Si aplicamos la latina “panem et circenses”, (pan y circo), tengo mi humilde propuesta para no menos humildes personajes. “Plaza economista Mario Dragui” y “Paseo Andrés Iniesta, futbolista”.