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21 ene 2017 / 11:27 H.

Recientemente la Sala Penal del Tribunal Supremo ha condenado al cantante César Strawberry, a un año de prisión por publicar en internet unos chistes sobre las víctimas del terrorismo. Por los mismos motivos está en proceso de enjuiciamiento el concejal madrileño Guillermo Zapata. No queda lejos tampoco aquél día que metieron en la cárcel a unos titiriteros por exaltación del terrorismo. Y hace unos días nos enteramos que a Cassandra, una estudiante de 21 años, le pide la Fiscalía dos años y medio de prisión, por unos escritos publicados en Twitter, en los que hacía varias bromas sobre el penúltimo presidente del Gobierno franquista, asesinado por ETA en 1973. El sentido del humor es algo exclusivo de los humanos. Por eso el humor es también un reflejo de la realidad social que vivimos. Cualquier broma, chiste o chanza no tiene más fin que la risa, todo vale para todos si podemos reírnos de los “mariquitas”, los “gitanos”, los “léperos”, etc. O es que la sensibilidad de éstos merece menos protección que la de otros colectivos. El único castigo que se merece un chiste es el de no reírse si no tiene gracia.