Rememorando a Kapuscinski

27 ene 2017 / 12:29 H.

Se han cumplido diez años de la muerte de Kapuscinski esta semana. Me atrevo, aún sabiendo que es osado por parte de un humilde escribidor como yo, a dedicar unas líneas a este señor. Digo lo de señor con total intencionalidad porque, a mi entender, lo fue; y sobre todo porque sentó las bases de un periodismo cuyos ejes fundamentales deberían ser el cimiento de tan noble profesión.

Había llegado a Kapuscinski en mi juventud, cuando devoraba libros y prensa con inusitada fluidez, pero fue a través del oído, oyendo y escuchando al director de Diario JAÉN, Juan Espejo, cuando me adentré en las entrañas de este periodista y escritor. Polaco de Pinsk, actual Bielorrusia, hizo del periodismo algo grande, digno, inconmensurable. Sin ser periodista yo, ni pretenderlo, me siento identificado con un personaje que dio muestras de una trayectoria profesional que ayuda a entender el significado de la dignidad y el buen hacer. Sus crónicas como corresponsal en ese mal llamado Tercer Mundo, América Latina, África y Asia, son todo un ejemplo de lo que el periodismo debería ser, informar no es aséptico, informar es dignificar la noticia y a quienes están tras ella, las personas. Se puede ser periodista y honesto, por mucho que actualmente escasee; se puede ser periodista y comprometido, por mucho que el compromiso no esté de moda.

Dicen los que de esto saben que fue el padre del periodismo moderno, alma señera para generaciones de buenos plumillas, y estoy de acuerdo, aún a pesar de que últimamente no abunden. Pareciese que hoy se busca más a profesionales devotos, e incluso existe un problema de cobardía innata a ser bueno en esto de informar. El libro Los cinco sentidos del periodista es todo un ejemplo de sabiduría. No solo debería leerlo la gente del sector, también es lectura aconsejable para una sociedad necesitada de valores.

Aprovechando los diez años de su muerte, debería la profesión releer sus crónicas, sus libros, darse cuenta de que la nobleza de este oficio es necesaria, quizá tanto o más que en sus tiempos. Si los momentos actuales son difíciles y convulsos, no lo eran menos en la segunda mitad del siglo XX, así que lamerse las úlceras no es viable. La sociedad necesita de muchos como él, no olvide nadie que la Democracia es más y mejor cuando existe una prensa fuerte y con valores.

Me atrevo a escribir de alguien así porque quiero hacer un humilde homenaje a una persona honesta y cabal, un corresponsal que puso en valor a los más pobres y necesitados escribiendo noticias objetivas de lo que estos tenían que pasar día a día.

Yo no he estado en la facultad de Ciencias de la Información más que de visita e ignoro el papel que se le da en los temarios, pero creo que por sí solo debería ser una asignatura para los futuros licenciados. Para los que ya son periodistas, solo un consejo: léanlo, serán mucho mejores en los suyo y los lectores lo agradeceremos.