Regeneración política

18 jun 2018 / 11:11 H.

Estamos en uno de los momentos más trascendentales de la historia política de nuestro país. La maquinaria de limpieza democrática recogida en nuestra Constitución Española de 1978 ha funcionando correctamente. Cuando el resultado de la acción política huele a podrido no queda más remedio que aplicarle los mecanismos previstos en la Carta Magna. Además, esto se ha hecho y no hay que alarmarse porque forma parte de la normalidad democrática. El artículo 113 recoge el procedimiento que debe seguir el Congreso de los Diputados para poner una “moción de censura” a un presidente del Gobierno de España y es la primera vez en nuestra reciente historia democrática que la Cámara Baja destituye a un presidente de su cargo. El mecanismo ha sido raudo y la encajadura moral y política del afectado adecuada, e incluso diría yo de elegante despedida. Éste es uno de los ejemplos que demuestran que la democracia española todavía tiene vitalidad y vigencia, a pesar de la acumulación de problemas. Pero de este buen proceder también pueden aprender los líderes separatistas catalanes, prófugos de la justicia española, que campan a sus anchas por tierras europeas en vez afrontar sus responsabilidades. Su gran mentira sigue siendo su hipotética “secesión del Estado español”. Tal es su afán segregacionista que lo practican hasta con su propio pueblo abriendo una brecha social con visos de difícil reconciliación. Su gran mérito es impulsar el enfrentamiento entre sus propios ciudadanos, simbolizado en la lucha que mantienen los lazos y las cruces amarillas contra las banderas constitucionales, nacional y autonómica. ¡Vergonzoso!

Pero volviendo al tema central y haciendo un simple ejercicio de pedagogía política, basta con abrir el diccionario de la RAE y buscar la palabra “regenerar”, que dice: “dar nuevo ser a algo que degeneró, restablecerlo o mejorarlo”. Si su significado lo aplicamos a la política tenemos el título de este artículo. No es suficiente con la “moción de censura”, aunque hay que poner desde ya los medios para que se repita las menos veces posibles. El Partido Popular (y los partidos que lo necesiten) debe realizar un proceso de regeneración democrática empezando por expulsar de sus filas, si no dimiten o no se dan de baja antes, a los políticos contaminados por la corrupción institucional y/u orgánica. La acción de un partido político se materializa previamente en un proyecto de vida para los ciudadanos y esto no es exclusividad de una persona o de un grupo de personas, por lo tanto nadie es imprescindible. Urge por el bien de España elegir a los mejores y no corruptos para que lleven las riendas de su organización. Somos conscientes de que en una auténtica democracia son necesarias todas las sensibilidades del espectro ideológico. También sabemos que es imprescindible la independencia del Poder Judicial, que junto con Ejecutivo y el Legislativo conforma los tres pilares básicos del Estado Español.

Escribía, el viejo y sabio profesor (y amigo mío) Elías Díaz, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid —confinado político en Villargordo (Jaén) en el año 1969, durante la Dictadura franquista— que “la democracia es argumentar y pactar” (diario El País, 9/10/2016). ¡Señores políticos, abran juego!