Reflexiones económicas

26 jul 2017 / 10:50 H.

Dicen que hay que aprovechar los días de vacaciones para reflexionar. Aprovechemos, pero con una visión crítica. Todos los telediarios nos bombardean con la bonanza de la economía española por las altas tasas de ocupación hotelera y de actividades afines gracias a la presencia del turismo en nuestro país. De manera machacona, nos hacen que creamos que gracias a estos ingresos tenemos que olvidarnos de la situación de nuestra economía. Y ya nos lo creemos cuando vemos los bares, terrazas y restaurantes con colas. Esta visión me recuerda cuando en la asignatura de Estructura Económica de España estudiaba que una de las rúbricas compensadoras de la balanza de pagos era el turismo junto con la inversión extranjera o los ingresos de los emigrantes. No debemos creernos lo que nos cuentan, a riesgo de querer no ver lo que realmente está pasando a nuestro lado. El informe de febrero de la Comisión Europea nos pone delante del espejo. La desigualdad en nuestro país va a convertirse en uno de los mayores problemas socioeconómicos de los próximos años. Sitúa a España entre uno de los primeros países con mayores grados de desigualdad, riesgo de pobreza y exclusión social. Y lo hemos conseguido de manera acelerada, en estos diez años de depresión económica, o de gran recesión eufemísticamente hablando. Hemos conseguido también destacar en la desigualdad en el acceso a la sanidad. El crecimiento de estos últimos dos años mantiene en niveles superiores a la media europea la desigualdad en los colectivos de personas con edad de trabajar y, lo más triste, entre los niños, con el riesgo de que se eternicen altas tasas de pobreza entre las personas con empleo. Uno de cada ocho trabajadores está en riesgo de pobreza. Casi el 30% está en riesgo de exclusión social. Uno de cada cuatro contratos firmados en 2016 fue inferior a siete días. El paro juvenil se sitúa por encima del 40% y el desempleo de larga duración no se reduce. Bruselas confirma que el efecto redistributivo del sistema fiscal y de las transferencias sociales es el menor de los países europeos.