Redes sociales

07 jul 2017 / 11:21 H.

Hoy en día el mundo es cada vez más dependiente de las tecnologías de la información, las telecomunicaciones y las aplicaciones de uso generalista y masivo, por lo que puede afirmarse sin ninguna duda que en la sociedad actual las noticias de cualquier tipo fluyen por la red a la velocidad de la luz y se expanden entre la población de forma exponencial. Este es un fenómeno que está cambiando el paradigma de la percepción lógica de los hechos sin que haya forma viable de asegurar que la realidad sea percibida tal cual es y no como pueda ser presentada por cualquiera que tenga interés en tergiversarla. Se habla ahora mucho de la “post-verdad”, que suele ser la interpretación emocional y falaz de algún hecho que se distorsiona para ser distribuido por medio de las redes sociales. Una vez que esto sucede puede servir como base para influir en la toma de decisiones que afectan al conjunto de los ciudadanos porque es más que posible distribuir propaganda política a través de esos canales y conformar cambios en la opinión pública que puedan generar dividendos en forma de votos que suelen caer en favor de aquellos que mejor manejan la redes sociales y son capaces de crear estados de emoción que esconden el verdadero pensamiento y la ideología. Ejemplos de este proceder y sus resultados electorales ya se han visto en varios países occidentales y seguirán sucediendo en el futuro porque la red ha cambiado las reglas del juego en democracia.

En esta sociedad en que la mayor parte de las personas tienen acceso a las llamadas redes sociales hay que tener un cuidado especial con aquello que se expresa en ellas, ya que existen graves peligros que pueden afectar a cualquier actor o sector una vez que cualquier comentario veraz o falso es vertido y puede ser redistribuido por cualquiera. Uno de los aspectos más generalizados del cambio de mentalidad de los usuarios de las redes sociales es la trivialización que la mayoría hace de su propia vida, familia y amistades, exponiendo cada hecho o anécdota que les acaece en forma de comentarios, fotos y demás formas de interactuar que les proporciona la plataforma de turno. De hecho publicar información personal propia o ajena por medio de Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp y cualquier otra aplicación es una tarea que se repite una y otra vez a lo largo del día y de la noche sin ninguna mesura ni rubor. Esta facilidad de comunicación se ha vuelto tan rutinaria que cualquiera puede comprobar que si olvida el teléfono unos minutos para descansar de tanta estulticia como algunos distribuyen, cuando se quiere volver a la realidad se han recibido tal cantidad de mensajes, fotos, vídeos y “post-verdades” que el adminículo ha quedado saturado y hay que armarse de paciencia para borrar toda esa entrañable basura que a muchos de nuestros amigos se les ha ocurrido la idea de que podría llegar a ser de nuestro agrado. Y no solo esto, sino que además de vez en cuando hay que leer un mensaje de queja en el que alguno de los bienintencionados amigos dice que no te molestas en leer lo que te envía y que no le contestas nunca. Entonces la respuesta siempre suele ser lo más amable posible y hay que disculparse alegando que estamos muy ocupados pero siempre queda la duda de si sería mejor bloquearlo o abandonar de una vez por todas ese grupo en el que los mismos de siempre, en general los más exaltados, se enardecen y expresan sus más peregrinas opiniones sin que nadie les diga que podrían dedicarse a otra actividad más productiva y sobre todo menos fastidiosa.

Todo esto puede tolerarse aunque resulte bastante molesto, pero sobre todo sería muy de agradecer que cada cual guardase al menos algo de su intimidad y tuviese especial cuidado en no publicar fotografías en las que aparecen personas ajenas, a las cuales puede que no les haga ninguna gracia que todo el mundo pueda verles por muy bien que puedan lucir a los ojos de todos. En fin, que este es un asunto harto complicado en el solo los narcisistas se pueden sentir cómodos, eso sí, a cambio de exponer su propia identidad al posible escarnio de todos.