Recordando a Esteban Ramírez

11 feb 2019 / 11:18 H.

Los días pasan y el tiempo va desgranando sin ninguna misericordia los momentos más importantes que impida su carrera estrepitosa, con ritmo incansable, sin que nada le afecte. Han pasado veinte años desde que nos dejara Esteban Ramírez, y creemos que sea como un soplo. Fue una mañana tibia y cambiante, de un ánimo de todos nosotros; huidizo, a los que nos sorprendió aquella mañana luctuosa la noticia que nadie esperaba. Se marchó Esteban Ramírez sin advertirlo, sin apenas hacer ruido, como desaparecieron los Dioses del Olimpo. La muerte guarda sorpresas que difícilmente entendemos. Todos los que conocimos a este hombre, a este gran hombre, coincidimos en los mismo de él. Fue todo un ejemplo a seguir. Yo le conocí de una manera muy particular. No nos presentó nadie, éramos unos perfectos desconocidos el uno del otro. El solo supo de mí por una gavilla de artículos míos sobre su mesa. Se puso en contacto conmigo y me ofreció una columna en Diario JAÉN. Este “fichaje” me impactó por inesperado. Yo llevaba poco tiempo residiendo en Jaén y le agradecí este gesto conmigo. De su mano puede decirse que entré en el periódico. Después fuimos buenos amigos. Por tanto, este artículo lo escribo con un deje de tristeza. No debió haberse ido tan pronto, hubiese revolucionado la economía jiennense de una forma muy favorable. Tenía un poder de convocatoria asombroso, lo pudimos comprobar cuando nos visitó el comisario de Agricultura de la Comunidad Económica Europea, Franz Fischler. Creo que Jaén jamás tuvo una manifestación de esta categoría en toda su historia en defensa del olivar. Él, a través del periódico, fue pieza clave de este evento. Era una persona afable y sencilla, buen conversador, poseía una vasta cultura. Gustaba su trato, de voz cálida y apariencia tranquila, aunque de una mente bulliciosa e imaginativa. El Parque Temático de la Naturaleza se quebró en sus comienzos con su muerte. El Semanario La Loma, que tanta ilusión despertaba, acusó igualmente su falta. Su presencia fue un revulsivo para la cultura como para la empresa en Jaén, un puntual muy ventajoso. “Sembrad, sembrad en cada surco, sembrad siempre”. Fue un sembrador nato y creó escuela. Su ejemplo fructificó y por mucho, mucho tiempo estará en nuestra memoria. Descanse en paz maestro.