Quién ha ganado

29 abr 2019 / 16:37 H.

La vida es un gran mosaico compuesto por la inmensidad de sus variadas facetas interrelacionadas entre sí. Desde lo sutil de lo efímero, configurarla y desarrollarla en recuerdos y en el porvenir resulta de lo más común y a la misma vez es que nos aleja de la realidad, nos condiciona, no dejándonos hacer lo que tenemos que hacer en todo momento presente requerido de nuestra permanente acción. El verdadero poder nunca descansa, su incalculable ejército lo somete todo hasta doblar idearios y voluntades. Es entonces cuando el criterio inducido rompe el subjetivo y todo es solapable para llegar al momento actual donde la sociedad está completamente domesticada. ¡Maldito poder, bendita democracia auténtica y maldita delegación! Entérense; no es una cuestión de votar cada cuatro años, emitiendo el voto y acto seguido delegar en los políticos. Quienes votaron ayer, con la inclusión de quienes lo hicieron con la nariz tapada mientras ejercían tal derecho, posiblemente, todos, lo hicieron desde la perspectiva del recuerdo o el porvenir: alejados de la realidad del momento. Por ello, hoy, es pertinente la pregunta siguiente: Quién ha ganado, (...). Todos no han ganado. Tú, él... Y es aquí donde radica la tristeza de quien se siente demócrata en esta, una desnaturalizada democracia que maquilla la verdadera plutocracia que dirige la gobernanza de un país que debe dar ganadores a todos los ciudadanos que lo habitan. Mientras el desafío para los cuatro próximos años ya ha concluido, para los plutócratas y concurrentes en listas, éste permanece íntegro para el resto de la ciudadanía dependiente. En este país de las Españas colmado de injusticia social, injusticia ecológica e injusticia fiscal... con un nivel de vida burguesa impuesto desde la absoluta y sistemática negación de recursos donde impera la cultura del dinero fácil. Todo plutócrata, los líderes políticos y sus subalternos que han logrado su acta para el escaño a la cámara que concurría, tienen claro, seguro, garantizado poder vivir veraneada y sobradamente el maldito nivel de vida burguesa. En cambio, para todos los lacayos y sus familias expuestos al mercado del trabajo, donde se apunta que el 22% del empleo actual desaparecerá, dicho desafío continua muy oscuro, muy inseguro, sin garantía. El Estado del Bienestar sigue en juego, herido de muerte. No por la crisis, sino por los idiotas del poder verdadero y sus políticas neoliberales aplicadas por el PSOE, PP, Ciudadanos..., (gotas de agua idénticas), ante las cuestiones de la gobernanza. Cuatro años pasan rápido, por duros que éstos se hagan, y estaremos hablando de lo mismo, hartos, pero doblegados ante un sistema que requiere una respuesta colectiva inteligente que pase por dejar los recuerdos en el espejo retrovisor defendiendo conscientemente la realidad del presente que metro a metro avanza ante el porvenir que se visualiza. Si el votante de este país vota y sigue votando, sin tener en cuenta la injusticia económica, aplicada por los plutócratas, que determina su vida y bienestar, al acicate del miedo y el discurso del odio utilizados por los partidos sobre la absurda cuestión territorial en la unidad indivisible: es un fracaso social que determina la inteligencia colectiva y la del propio individuo. Como dice Battiato: “...No tengo yo la culpa si existen verdugos, si existe la imbecilidad. Y si las calles están llenas de gente con problemas...”. Tras la gran movilización todo queda despejado. Despejado para la oligarquía del Ibex 35 que a partir de ahora intensifica su trabajo para cerrar sin piedad y con gran presión todo tipo de acuerdos con los que lograr su único y más elevado beneficio. Por el contrario, una vez más, nada se ha despejado para el pueblo llano, lo que ha cambiado nada cambia, que en cuatro años volverá a ser invitado a otra función de circo del voto que tras el cierre de los colegios, colectivamente, se volverán a preguntar: Quién ha ganado. Una vez más ganan ellos, los plutócratas de siempre, con la complicidad reeditada de sus políticos y el apoyo de los que una vez más pierden, los lacayos.