Quejío profundo por Rafael Valera

La dimensión del presidente saliente de la Peña Flamenca trasciende su bonhomía para colocarse como uno de los jiennenses que más bien hizo a esta sociedad ante el frentismo >> Su conocimiento del flamenco, paralelo a su alegría de vivir >>

02 dic 2018 / 11:28 H.

Ha dicho adiós a la vida un hombre de principios y de paz, un hombre curtido en el mundo y sus batallas y en el compromiso sindical, alguien que sin ser personaje ni buscarlo, su persona trascenderá a su desaparición. Ha muerto Rafael Valera Espinosa, quien más sabía en Jaén de flamenco, quien autentificó las tarantas como un quejío profundo de las minas de Linares, quien dio vida universal a la revista “Candil”. También quien en el mundo de las trincheras políticas supo tejer lazos de unión entre unos y otros, para fojar la convivencia que ahora algunos quieren emponzoñar. Ha muerto un buen hombre, un hombre bueno, como diría Antonio Machado, un hombre pegado a un puro y a una sonrisa de amistad franca y fina ironía, un señor a carta cabal que disfrutaba de las tabernas como hay que disfrutar de las tabernas.

Ya no nos veremos más por el Gorrión, o por el Alcocer, o por la Manchega, ya dejamos de vernos por el Auringis, querido Rafa, que también Pepe Barranco se marchó para permanecer eterno en nuestro recuerdo. La vida es así de puñetera, con lo que estabas disfrutando de tu descanso jubilar tras una vida entera en la radio pública. Te recuerdo siempre igual, pausado, complaciente y cariñoso con todo el mundo en la Radio Cadena Española de la última planta del eficio de la AISS en la que nos conocimos en los años 80; Damiani me comentó de tus achaques en el Yumas esta misma semana, pero nunca esperábamos ese golpe duro, seco, como el fandango que habla de corazones rotos y cuchillas en el alma. Apenas unas semanas atrás bromeábamos en el Daoiz, donde disfrutabas con tu mujer y los amigos, y con José y Antoñita. En mi recuerdo presente está tu participación como presidente de la Peña Flamenca de Jaén en el Jurado de los Jiennenses del Año, porque clavabas el resultado merced a tu saber mundano y la experiencia en el trato con las gentes y porque cada comentario tuyo rebosaba sabiduría... Y nunca olvidaremos tampoco esa cara de inmensa felicidad bailando en junio un pasodoble con su Inés en la Gala del IFEJA. Descansa en paz, Rafa.