¡Qué prendas!

20 nov 2017 / 09:44 H.

Aveces, cuando más despierto estoy, reflexiono y me pregunto en qué clase de mundo estoy. Lo que veo, lo que oigo y lo que leo me hace pensar que me encuentro en un mundo irreal, estrambótico, absurdo, en el que no se existe una migaja de sentido común. Es una versión de la obra de Calderón, “El gran teatro del mundo”, pero en una versión disparatada, sin sentido. Un mundo donde las virtudes positivas se han perdido devoradas por las artimañas, las argucias, la mentira y los fuegos de artificio que se queman para que su luz y su ruido tapen las conductas incalificables de una numerosa pléyade de individuos que han escrito el destino del mundo guardándose los papeles más agradecidos y remunerados para ellos. Un mundo cuajado de individuos a los que yo, desde que era niño, oía decir que le llamaban “prendas”.

Resulta difícil que en un colectivo, agrupación, colectivo, partido político, club o simplemente una reunión donde estén más de dos personas, no encontremos un prenda. O más de uno. En estos tiempos, el hábitat natural de los prendas está en la política. Ahí los vamos descubriendo a docenas. Los que están más de moda son los secesionistas catalanes que han adoctrinado y engañado a miles de catalanes utilizando unas peligrosas mentiras sufragadas con dinero público. En este tema hay aún mucha tela que cortar y ya veremos si esa tijera llamada “155” es suficiente. Pero desde hace tiempo, los prendas del Partido Popular vienen siendo protagonistas por su especial apego al dinero nacional. Prendas, entre otros, como Luis Bárcenas, Francisco Granados e Ignacio González. Oír cómo se defienden de los delitos de los que se les acusa es para reírse, pero el tema es demasiado serio. Ya hace tiempo que Rajoy —demasiado permisivo— debió esgrimir el látigo y expulsado a estos mercaderes prendas —y a los que aún puedan quedar agazapados— del templo del PP.

Cuando he escuchado a través de la televisión las conversaciones telefónicas de Ignacio González con el exministro Zaplana he sentido vergüenza ajena. Las calificaciones que vierte sobre Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy son indecentes y, sobre todo, denotan una vergonzante hipocresía de González, quien lloraba de emoción y agradecimiento hacia la Aguirre cuando ésta le nombró presidente de la Comunidad de Madrid, puesto que tantas ganancias le supuso. Ya ven, un prenda.