Puentes de Jaén

03 nov 2018 / 10:51 H.

Hay puentes de hierro, que salvan accidentes geográficos con armaduras férreas al estilo Eiffel, como el que pasa por el río Víboras con más de 200 metros de longitud. También los hay de piedra construidos por los romanos y que resisten hercúleos y robustos el paso de los años, como el de Andújar, con sus 14 vanos y por el que transitaba la vía Augusta de Córdoba hacia Cástulo. Junto a estos, puentes modernos con líneas contemporáneas y con un cartel que indica que los camiones de gran tonelaje no pasen por el puente romano, por seguridad. También hay puentes viaductos que salvan Despeñaperros en un abrir y cerrar de ojos, enlazando sin curvas Andalucía con Castilla y dejando el bosque en paz. Tenemos el puente de Ariza, del insigne arquitecto Vandelvira, entre Úbeda y Arquillos, y del que solo podemos disfrutar de su belleza cuando el Giribaile lo desnuda. El renacentista de San Bartolomé en Marmolejo, o el de las Herrerías en Cazorla, que es Bien de Interés Cultural. Hay puentes de arcos, de cuerdas y colgantes, y hasta puentes de plata para el enemigo que huye. Hay puentes de cristal que confieren una experiencia aterradora a quien los atraviesa a pie. En China han inaugurado el puente más largo del mundo con 55 kilómetros de longitud sobre el estuario del Mar de las Perlas. Un poco más pequeño, y sobre nuestra perla del Guadalquivir, se incorpora al inventario de puentes jiennenses el que une los términos municipales de Villatorres y Torreblascopedro, a la altura de Vados de Torralba y Campillo del Río. La nueva infraestructura evita dar una gran vuelta para descender desde un bosque de olivos a un valle de película que es todo un vergel. Una reivindicación que se ha hecho realidad y que viene a dar fundamento al dicho “quien no llora, no mama”. Puentes como los que aparecen en los diferentes formatos de los billetes del euro y representativos de todos los estilos arquitectónicos. Símbolos de entendimiento universal y que la Unión Monetaria Europea ha acuñado como instrumento de unión, comercio y progreso. Hasta el Vaticano se apunta a esta simbología cuando confiere al Papa el calificativo de Pontífice, que significa “constructor de puentes”. Otra acepción de puente es la referida a esos días laborables en que, por estar entre días de fiesta, se convierten también en festivos. Este otoño nos regala dos puentes para escapar; o para coger aceituna, que este año vienen los olivos cargados. Ya sabemos la estimación de aforo para la próxima campaña. Se espera la segunda mejor cosecha de todos los tiempos. En la provincia de Jaén se estiman 685.000 toneladas, un 75% más que la campaña anterior. Esto suponen 4 millones de jornales. Beneficio para trabajadores y para productores pues el precio del aceite no debe bajar. Esto es así debido a que la producción en otros países, según información del Consejo Oleícola Internacional, será menor. Dicho esto, debemos saber que el próximo año nuestro principal mercado estará en las exportaciones. Puentes de comunicación con otros países para una comercialización que deje el mayor valor añadido en la provincia. Ante la excesiva dependencia del olivar necesitamos buenas cosechas que animen la economía de la provincia. Que se genere empleo y que vuelvan los que se han ido. Según los datos recientes de la EPA tenemos menos parados, pero tenemos menos personas ocupadas. Es momento de derribar muros y construir buenos puentes.