Prestadme algún turista...

09 ago 2017 / 10:37 H.

Hola. Soy la Catedral de Jaén. Y estoy perpleja. Alguien ha dejado olvidado hoy en uno de mis bancos un periódico. No he podido resistir la tentación. Lo confieso. Absorta en mi quietud interior no suelo prestar atención al mundanal ruido y, quizá por ello, vivo sin demasiada zozobra mi existencia de siglos. Pero hoy me ha vencido la curiosidad. Las noticias de ese diario olvidado me han sobresaltado. Leo que existen compañeras mías que están agobiadas de visitantes. Turistas los llaman. Y con ellas se manifiestan también las gentes que viven en sus ciudades. No logro hacerme una idea de a qué pueden referirse. A mí apenas me visitan. Algún grupo, alguien que acompaña a sus amigos de paso por la ciudad y poco más. No os engaño si os digo que me gustaría poder quejarme un poco de esa invasión a que hacen mención mis “amigas” de, por ejemplo, Barcelona. Sigo leyendo y me asombro cada vez más. Incluso hay personas que atacan a esos visitantes para que dejen de venir a su ciudad. Debe ser que mis cansados sillares no están al día pero, repito, no entiendo la situación. Imagino que habrá leyes que se ocupen de organizar visitas, afluencias y estancias. Y siendo así, todo fluirá de la mejor manera.

Si cierro mis ojos de vidriera multicolor me regodeo en la imagen de una riada de visitantes admirando mis obras de arte, sumergidos en mi aire de espiritualidad luminosa o, también, indagando en mi historia y la de la ciudad. Me da pena que aunque soy una joya —eso he leído y perdonad mi soberbia— tan poca gente se acerque hasta mí. Vandelvira, que me mira con ojos de bronce desde la plazuela trasera, seguro que aplaudiría cuando llegaran los visitantes y yo, pobre de mí, sentiría su calor entre mis torres, el coro o las capillas. Quizá debería ponerme en contacto con esos lugares que abominan de sus “turistas” y pedirles que me manden alguno que otro ya que ellos tienen tantos y nosotros tan poquitos. No sé mucho de economía, perdonadme, pero supongo que las visitas generarán ingresos y puestos de trabajo. En fin, una cierta pena me embarga hoy. Espero poder consolarme pronto. Es verano y algún circuito turístico parará a mi puerta. Ojalá.