Presencia monárquica

30 ago 2017 / 10:43 H.

Quisiera comenzar este artículo de opinión con mi más firme repulsa a cualquier tipo de atentado, ya sea el que tuvo lugar en Cataluña hace pocos días, como aquellos que provengan de Oriente, de Occidente, de musulmanes, de cristianos, de blancos, de negros, de dictadores... Los criminales no tienen cabida en una sociedad moderna, no sé si acabarán entendiendo —me temo que no— que en la pretensión del hombre y la mujer actuales está el construir una sociedad pacífica, tolerante y respetuosa. Toda lucha se nos queda corta para el exterminio de tales inhumanas actitudes que no pretenden otra cosa sino impedir que se pueda establecer la dicotomía entre utopía y quimera: tan viable será lo primero, como inalcanzable, por ilusorio, lo segundo. Creo que acertó nuestro Rey, don Felipe VI, con su presencia en la manifestación barcelonesa, en representación de un pueblo llamado España, contra el terrorismo, unido en el dolor de su país y más allá de lo que algún sector minoritario quiso convertir en acto patrañeramente político. Todo el mundo tiene derecho a manifestar su opinión, eso sí, cuando corresponda, y no eran momentos para nacionalismos de “todo a cien”. Si confundimos el culo con las cuatro témporas, mal lo llevaremos y peor nos irá si no practicamos el sentido común. El Rey representa —aunque pese a este minoritario sector mencionado, que además no representa a toda Cataluña— la unidad y permanencia de un Estado: el español, aunque bien sea verdad que el monarca carezca de facultades ejecutivas —por aquello de que el Rey reina, pero no gobierna—, no así de importantísima carga simbólica que lo convierte en figura e instrumento clave para que el abanico no acabe cediendo en sus varillas por la falta de sujeción necesaria. Nuestro Rey estuvo donde y cuando debió estar, también doña Letizia, si bien tampoco exenta de críticas por parte de aquellos y aquellas periodistas que aun sabiendo que no tiene papel constitucional, aprovecharon para desacreditarla una vez más. Ella visitó a los heridos hospitalizados y también estuvo presente en la misa que se celebró en la Sagrada Familia. No hay más ciego que quien no quiere ver.