Posverdades jaeneras y ‘disfrazadas’

26 nov 2017 / 20:44 H.

No tiene internet más regla que la tecnología, o séase, la capacidad que tengas en tu aparato para llegar a los confines del mundo con él, eso que definen como el software y si tu banda camina por fibra óptica, tienes 4G y tarifa plana, ancha es Castilla y a comerte el mundo en el basurero de la red de redes. Da asco leer algunas cosas que ahí se escriben, provoca el vómito ver cómo se ensañan con las personas, sean hombres, mujeres, ancianos o niños. El “señor Jota” lo define sin rodeos, internet es mierda, donde todo se cuela (y vale) donde no hay temor de Dios, esa cosa que a él le enseñaron de chico y que viene a ser como pensar las cosas dos veces antes de hacerlas para luego no tener que arrepentirte de nada. De posverdades y de ‘fake news’ (noticias disfrazadas) quiere escribirles, convencido de que no se lo tendrán en cuenta. La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. Es frase de Miguel de Cervantes puesta en boca del Quijote y a ella apela siempre el “señor Jota” cuando tiene dudas entre libertad y libertinaje, entre valiente cordura y desmesura más anonimato. Porque esto de internet y las redes sociales es una cosa muy chula, te conectas con el mundo, asistes al circo mundial del linchamiento instantáneo pero nadie te ve. Y si nadie te ve, te envalentonas y así las cosas, lo mismo te crees Atila que Calígula que hasta el mismísimo Iósif Stalin... Es curioso, pese a todo, aunque internet esté lleno de basura, no huele, aunque sí asesina en vida. Acostumbrado de siempre el “señor Jota” a huir fácilmente del periodismo basura, porque olía, ahora no se acomoda a los nuevos tiempos en los que el periodismo veneno que antes mataba en papel, ahora lo hace en las redes a través de las posverdad y las noticias disfrazadas. “La definición de posverdad es la de mentira emotiva, es decir cuando lo ocurrido en realidad tiene menos importancia que la percepción que cada cual tiene de ello”. Se lo copia al juez Garzón, esclavo de su valentía y a quien el nuevo periodismo veneno de disfraces, el de las ‘fake news’, ha arruinado su carreta de magistrado con la ayuda de algunos inquisidores de negro. “Es una verdad ficticia, impostada, basada en hechos alternativos, como dirían los portavoces de la Casa Blanca”. Lo apostilla Juan Luis Cebrián, un periodista de largo recorrido metido a empresario que augura un mal futuro a la Prensa: “Si desaparecen los periódicos tradicionales, desaparece la libertad de información”. Nada, pues habrá que acomodarse a la posverdad jaenera, la que nos coloca cual estampita bucólica de paz y bien que manda ejercer la nomenclatura a la par que convivir con la verdad disfrazada, fraguada sin bochorno con pesebres y subvenciones... “Cambiar el mundo, amigo Sancho, no es locura ni utopía, sino Justicia”. Más en Jaén, concluye el “señor Jota”.