Pornografías

30 mar 2018 / 11:21 H.

El martes se hacía Fernández Rojano, por su poemario Hijos de la piedra, con el “Miguel Hernández”. Al saltar la noticia andaba yo leyendo sus Pornografías [Castellón de la Plana, Taller Clandestino de las Letras, 2018, 118 pp.], anotando la yesca de sus cantos en los márgenes de sus páginas. Transcritas queden aquí esas notas marginales, meros apuntes de voyeur, secuencias de un tráiler. 1o) Toda palabra emocionada está condenada a delirar. 2o) Aunque imprimir esa palabra nunca llegue a minar el soporte que la produce, el poeta nunca ha de abdicar de fijarla, jamás. 3o) FR transmuta su vida en lenguaje con conciencia de que la escritura miente cuando no es tomada por la poesía que expresa el dolor en que se asienta el osario de la vida. 4o) La belleza de Pornografías es cruel, escatológica, siempre en vilo, fea: presa de las tensiones entre su música oscura y su fraseo apodíctico, participa la tragedia de una civilización masacrada por su nihilismo cainita. Y 5o) Iluminación de una culpabilidad, el mapa identitario que levanta de nuestra existencia FR aprehende ese patriotismo tan de ahora que antepone al poder del progreso el del progreso del poder, que sanciona el pacto entre legisladores y delincuentes ante la luz negra de la historia de este tiempo.