Por la boca muere el pez

16 oct 2017 / 10:39 H.

Decía André Bretón “pensamiento y la palabra son sinónimos”. Palabras escritas, que se convierten en el reflejo del funcionamiento de una mente, como la del concejal Zebenzuí González. Breton, fundador de surrealismo, consideraba el pensamiento como un arma poderosa del ser humano con la que se podían interpretar diferentes percepciones de la realidad de acuerdo a lo que se había aprendido en algún momento de su vida. A veces la realidad pone de manifiesto cómo la simpleza de una mente puede pasar por la vida sin aprender otra cosa que a destruirse a sí misma. Al señor Zebenzuí no se le conoce vida laboral ajena a la política. Ha trabajado exclusivamente en su partido político progresista, rodeado de mujeres, compañeras políticas, feministas. Esfuerzo surrealista el que ha tenido que hacer, quien se ha preocupado de ocupar el lugar central de los actos organizados en pro de la igualdad, para después de tantos años permanecer inmune, inmutable e impenetrable a la más mínima idea de esa igualdad. A tenor de sus palabras ese aprendizaje de feminismo solo le ha servido para acabar del modo más fulminante con su sustento político. Si por la boca muere el pez, el señor Zebenzuí muere del modo más surrealista ahogado por sus palabras, con la mente vacía, sin haber aprendido nada.