Políticas de provocación

05 oct 2017 / 10:08 H.

Irritar, enojar, enfadar, hostigar, molestar, aguijonear, azuzar, son algunos de los sinónimos de la palabra provocar, todos ellos tendentes a conseguir un fin a través de la provocación, cuando no se tiene la capacidad de razonar y dialogar. Escribo cuando aún estoy en un estado de “incredulidad” ante lo que está ocurriendo en Cataluña, en España. No me gusta la actuación de los actores implicados, en general. Pero no soy equidistante. El Gobierno catalán ha conseguido vencer el pulso al Gobierno de España utilizando la provocación hasta conseguir la puesta en escena del 1 de octubre. Para ello ha utilizado a los ciudadanos catalanes como “extras indispensables”. Necesitaban mayoritariamente ancianos, mujeres y niños para poder representar la escena del “ciudadano defendiéndose del ataque de las fuerzas represoras del Estado”. El independentismo catalán (que no la mayoría de los catalanes), ha simulado a la perfección (seguramente inspirados por Gandhi o Teresa de Calcuta) a estas grandes figuras de la paz como respuesta. Tenían asegurada ya la entrada en escena del “enemigo” en forma de Guardia Civil y Policía Nacional, y no en forma de Mozos de Escuadra, que actuaron en la representación como auténticos Ángeles de la Guarda, protegiendo y ayudando a los ciudadanos. Impecables, incumplieron su misión que no era otra que retirar las urnas.

Entre tanto un Gobierno catalán, culpable de esta situación al haber aprobado leyes inconstitucionales y de haber convocado un referéndum ilegal, se frota las manos pensando ya en la puesta en escena de la declaración unilateral de independencia de esta “España Opresora”.

Seguimos siendo un Estado de Derecho y la Ley y la Constitución son el marco de convivencia en el que los demócratas nos sentimos representados. ¿Y si el 1-O hubiesen velado por el cumplimiento de la Ley y el Orden solo los Mozos, que para ello tienen las competencias transferidas? La Guardia Civil y la Policía hubiesen actuado solo ante el desacato de las órdenes por los Mozos. Seguramente hubiésemos visto la obra y a sus actores en toda su dimensión. No justifico la violencia, pero tampoco la provocación.

La triste realidad es que los hechos se han producido y aquí estamos a 3 de octubre, con el temor de que la violencia se instale en una parte de España que nos afecta, y viendo cómo los partidos políticos empiezan a posicionarse para sacar tajada de estos desgraciados y tristes acontecimientos. No me gustan las banderas agitadas. No me gusta que manden los sentimientos. Me gusta que impere el bien común, pero para ello es absolutamente necesario que la sociedad aparte del poder a los que manipulan y juegan con los sentimientos de los pueblos, cuando no saben, no tienen, ni entienden de razones.

La política es la solución. La situación en la que hoy estamos es la falta de política y el exceso de intereses para alcanzar o mantenerse en el poder, y ahí ha de buscarse cada uno sus responsabilidades. Defender el Estado de Derecho es fundamental en una democracia. Alcanzar a través del diálogo la solución de este conflicto, un deber. Mirar al Independentismo catalán y al Gobierno de Cataluña como auténticos muñidores y responsables directos de esta desgraciada situación es un ejercicio de oxigenación mental. El divorcio debe de estar también regulado por las leyes, cuanto más, en los asuntos que no son del corazón.