Política de ida y vuelta

26 feb 2016 / 17:30 H.

Vivo en Marbella desde hace veintisiete años y vi situaciones políticas de toda hechura. Feos augurios que se cumplieron con gobiernos improbables gestados en un estado de cosas corrupto, del que ahora pagamos una herencia envenenada, cicuta que lastra la economía municipal y local. Vi partidos que nacieron advenedizos y sopas de siglas que atragantaron de éxito al electorado o lo empacharon con mayorías absolutas y despóticas. Soportamos con estupor grupos mixtos y poltronas de ediles no adscritos, y concejales que un día estuvieron de un lado y luego se vaciaron en el otro. Servidora está ya curada del espanto político-circense, y asisto, demudada, al vaivén de concejales elegidos por un color, para recalar en actas vacías de contenido. Miro a mi Jaén desde la Marbella a la que se tupió como paradigma de todos los males políticos, mientras en el resto del país, a la chita callando, iba cocinándose a fuego lento la grande bouffe de la mediocre y escandalosa política general.