Piedra clave

28 mar 2017 / 11:04 H.

Quisiera reflexionar sobre el significado más profundo de la verdad que nos sostiene en pie, y nos permite mantener la frente alta y con la palabra siempre dispuesta para hacer una especial referencia a la piedra clave de la personalidad, sin la cual, toda nuestra estructura humana, incluidos los cimientos, se caerían.

Con la piedra clave, completó el arquitecto el arco que sostiene el verdadero sentido de la vida. Piedra que arrastra hacia las alturas el lujo y el orgullo de hacer una llamada a la prudencia a las demás piedras que se aproximan a lo largo de las cerchas titubeantes para que no caigan desde una altura considerable. La piedra clave libera de los malos usos a las nervaduras curvadas que parten de sólidas columnas octogonales de tradición gótica-clásica. La piedra clave se divide en paridades insostenibles que avanzan hacia el lugar exacto de la parte superior del edificio o bóveda (simboliza el cielo) de la nave central. La piedra clave, invención antigua, contrarresta la perniciosa influencia de sus seis mil kilos y dos metros de diámetro flotando en un equilibrio mágico falto de gravedad. La admiración roza la envidia de otras piedras labradas (dovelas que componen los arcos) que entre los pliegues de su ambición, creen que merecen el mayor de los respetos y desean ser algún día, aunque sean pequeñitas, la piedra clave. La piedra clave, desde la cúspide, recuerda los principios que la impulsaron a ser una piedra especial y única que la diferencia de todas las demás, y a la cantera de la que procede, y por esa razón sabe, que sin ella, no existirían los muros altos y esbeltos de la catedral. Porque con la piedra clave, firme y bien formada, la bóveda de piedra se transforma en una bóveda humana que representa aquellas costumbres religiosas de un significado perfecto y creativo que permite aportar soluciones a los enigmas que se fueron superando desde que se colocó la primera piedra o piedra angular (en ella se pone una urna con objetos relevantes del momento) colocada (nordeste) en el punto de mayor carga y al comienzo mismo de la construcción del edificio.

Una pieza geométrica central como la piedra clave que no está en el mismo plano que las otras, representa el punto más elevado y la clave de bóveda de cualquiera de las arcadas y del edificio en sí. Llamada también cabeza del ángulo porque acaba o corona el edificio, incluso se podría asociar a menor escala al capitel que corona una columna. En cualquier caso, nunca dejaría de ser la última piedra de una cúpula, en definitiva, de un hecho llevado a cabo con un buen fin.

Contemplo la proporcionalidad de la fachada y se abren las puertas y dejan entrar y yo traspaso el amplio vano y me zambullo y buceo con ímpetu en la lectura óptica de las formas genuinas que me rodean, en la iluminación de las naves, en el arco apuntado y la bóveda de crucería. Abarco con una sola mirada lo desahogado del espacio; aprecio la distribución de las cargas en las alturas; me fijo en las amplias vidrieras polícromas que cubren el espacio del muro, y en los rosetones que dejan paso a la luz. En las capillas que hay entre los contrafuertes; en la vivacidad de las figurillas que se distinguen entre el pulcro follaje de los capiteles y de repente, reparo, un poco nervioso, en la piedra clave decorada que encumbra la bóveda...