Pelar la pava

07 feb 2016 / 10:27 H.

Según crónicas, la pava de Cazalilla ha salido indemne, este año. Mucho mejor. Uno se pregunta por qué la tradición ordenaba que debía ser pava lo que se arrojara desde el campanario de la Iglesia o desde el Ayuntamiento, y no pavo.

La cultura tradicional en demasiadas ocasiones reserva al femenino el sentido más peyorativo de las cosas. Rahner mantenía que la palabra era como el sacramento de la realidad. “Maldad”, “guerra”, “soberbia” son genero femenino. Por ello la tradición de la pava arrojada desde las alturas, como se arrojaban a los perros-cristianos, en Despeñaperros, es siempre rechazable pero no extraña. Quienes alienta hoy esas prácticas, tal vez lo ignoren, tienen argumentario: aunque equívoco y mal fundamentado.

Desde la escolástica medieval, se mantenía que solo la persona era sujeto de derechos, por lo que los demás seres vivos animados, incluida la pava, eran entes creados exclusivamente para utilidad indiscriminada del hombre, por muy execrables que fueran tales utilidades. Y ello, hasta hace muy pocos años en que la fémina no era sujeto de derechos que no fueran autorizados por el hombre, padre o esposo: mejores sin capacidad para abrirse una cuenta corriente.

¿Y qué decir de aquella cónyuge llena de moratones o heridas que osara presentar denuncia ante la policía?. Comentario de la entonces autoridad, “se lo habrá merecido...”. Alguien pensará ¿y qué tiene que ver esto con la pava? Pues verá, tal vez nada o tal vez mucho. La cultura que tantas veces es invocada para justificar tradiciones deleznables no se conforma porque sí, sino que es un cúmulo de conocimientos y sentires que cada época acopia, y de forma concatenada se van trasmitiendo hasta nuestros días, aunque, por fortuna, el progreso va eliminando las más atentatorias a los derechos humanos, entre los que cabe destacar la interdicción de la crueldad frente a los animales y frente a la naturaleza. Los proverbios y refranero de cada época nos van dictando el grado de desigualdad y agravio respecto de féminas y demás seres vivos: Cervantes, en el Quijote: “La mujer y la gallina por andar se pierden aina (pronto), “La mujer ha de ser como la mula, la boca sangrienta”, López de Vega en la Dorotea, “Mujer viento y ventura, pronto se mudan”, del Rigoleto de Verdi. La verdad es que mejor que la simbología salvaje que pueda significar la pava de Cazalilla prefiero la historia de amor de la doméstica a que alude el dicho “Pelar la pava”.