Panegírico a un grandioso torero: “Sebastián Palomo Linares”

27 abr 2017 / 17:30 H.

Hoy habría cumplido setenta años. Una grave dolencia cardiaca le llevó a ingresar el pasado viernes —para ser intervenido a corazón abierto— en el Hospital Gregorio Marañón, de Madrid; donde el lunes 24, a la simbólica hora de las cinco de la tarde, expiró el séptimo matador de alternativa, de los veinte que ha dado nuestra torerísima ciudad.

Sebastián Palomo Martínez —en los carteles “Palomo Linares”— vio la luz primera en el número 18 de la linarense calle Zambrana, un 27 de abril de 1947. De familia humilde —Miguel, su padre trabajaba en la mina— Sebastián tuvo como primer oficio el de aprendiz de zapatero en el taller que tenía Pedro, hermano del matador de toros Víctor Quesada, en la calle Menéndez y Pelayo (El Tinte).

Palomo se inició como “capa” en los tentaderos de las muchas ganaderías de la zona. En esta época de maletilla, se le conocía como “El Rata” por su espabilo y desenvoltura. A este respecto, hay que referir el origen de este apodo. El siempre recordado novillero Juan Mendoza “Juanito Mendoza”, nos contaba que se lo puso el banderillero, Rafael Bautista “Rafaelete”, una mañana que —como siempre “atinela”— se entrometió en el corrillo de profesionales y taurinos, que recalaban en la acera del Café Regina (en las Ocho Puertas) para “orientarse” en que finca se iba a tentar. Rafael —guasón— le espetó: “...y tu quien eres, que tienes cara de rata...” Sebastián no se amilanó en la respuesta y, pasado el tiempo, este adolescente de pelos hincados se convertiría en una primerísima figura del toreo.

Después —cargado de ilusiones— marcha a Madrid al reclamo de la Oportunidad, concurso organizado para descubrir nuevos valores en la antigua plaza de Vistalegre. Allí, un jovencísimo Sebastián, en novillada sin caballos retransmitida por TVE, triunfa clamorosamente. Los hermanos Lozano —mecenas del encuentro y siempre intuitivos— vislumbraron sus grandes posibilidades, apoderándolo de inmediato.

Debuta Palomo con picadores, en Ondara, el 3 de enero de 1965, compartiendo cartel con Gregorio Tébar “El Inclusero” y Vicente Punzón. Tras meteórica etapa de novillero, el 19 de mayo de 1966, toma la alternativa en Valladolid, alternando con Jaime Ostos, como padrino y Juan García “Mondeño”, fungiendo de padrino. El toro de la ceremonia atendía por “Feíllo”, del hierro salmantino de Salustiano Galache. Para no alargar su extensa biografía taurina, hay que destacar dos hitos en su intachable carrera. El 19 de mayo de 1970, confirma alternativa en la Monumental madrileña, de manos de Curro Romero y Juan José, testificando. El toro del doctorado, “Presumido”, pertenecía a la ganadería de Antonio Pérez Angoso. A Sebastián “Palomo Linares” le cupo el alto honor de haber cortado, al astado “Cigarrón” de Atanasio Fernández, el último rabo concedido, el 22 de mayo de 1972, —no sin polémica— en Las Ventas de Madrid. Su hijo, Sebastián Palomo Danko, ahora retirado, también emuló a su progenitor convirtiéndose en matador de toros. El polifacético Sebastián Palomo, también sería ganadero de reses de lidia (con encaste de Graciliano Pérez Tabernero) y un excelente pintor expresionista abstracto —de fulgurante cromatismo— exponiendo en la desaparecida Sala Eduma, de Linares, gerenciada por su fraternal amigo Eduardo Palomares y en las más prestigiosas galerías. Igualmente, protagonizó dos películas: “Nuevo en esta plaza” (1966), largometraje autobiográfico, dirigido por Pedro Lazaga y “Solos los dos”, comedia musical, junto a Marisol, bajo la dirección de Luis Lucia. Sus buenas dotes de actor, hicieron que participase en, al menos, otros cuatro telefilmes.

En esta semblanza —escrita a vuela pluma— hay que destacar su condición de “figurón” del toreo, su indómita casta como torero, la gran técnica, su contrastado valor y pundonor, su vergüenza torera, la contundencia como estoqueador y su desmedida afición. Triunfó en todo el Orbe taurómaco y, en Colombia, era un ídolo total. Todo ello, da como corolario que Palomo fue un grandioso artista a mayor gloria de la Tauromaquia y de nuestro pueblo.

Sebastián —en lo personal— era hombre afable, agradecido y siempre dispuesto al saludo sonriente, al autógrafo y a posar junto a amigos y admiradores. Persona de gran humanidad y bonhomía, Palomo, siempre se ofreció a contribuir con buenas causas en infinidad de festivales y festejos benéficos. Recordados son en nuestra localidad los que organizó a beneficio del Asilo de Ancianos y de las familias de los mineros fallecidos en el Pozo San Vicente.

Por expreso deseo, Palomo, ha donado sus órganos y —en la más estricta intimidad— sus cenizas se esparcirán por su finca toledana de El Palomar.

Séame permitido concluir este sentido homenaje póstumo a mi ilustre paisano Sebastián “Palomo Linares”, con estos improvisados versos:

De negro luto Linares, /de luto la torería, / España entera te llora /en este aciago día.

Mi admirado Sebastián / —que eterna Gloria tu halles— / en el ruedo celestial, / no hay torero ni lo habrá / que a tu arte se le iguale.

En la memoria perduran / faenas inenarrables, / de tu ahora extinta vida, / destilando puro arte, / valor seco y maestría / y unos andares garbosos / rezumando torería.