Otro teatro

24 abr 2017 / 11:54 H.

Ya se sabe que aquello que no se practica no se desarrolla. No puede extrañar que cada vez se cuenten menos aficionados al teatro, porque esta manifestación artística y cultural viene sufriendo un olvido que le está haciendo ser menos conocida y disfrutada cada día. Ya hace mucho tiempo que este declive empezó. Hace muchos años, más de 60, las mejores compañías visitaban a menudo el escenario del inolvidable Teatro Cervantes. Yo tuve la suerte de conocer a grandes actores y actrices interpretando las obras de los autores más prestigiosos. Y si me gustaba, de joven, ir a Madrid, era porque cada noche que allí pernoctaba podía asistir a disfrutar de las mejores representaciones teatrales. Todo eso ha ido a menos. Hoy no se concibe poder presenciar una obra de teatro en la que intervenían 12 o 15 actores. Ya ni siquiera existen las Festivales de España, que de la mano de José Tamayo llevaban a todos los puntos del país las obras más grandiosas y espectaculares con un reparto encabezado por las máximas figuras nacionales de la escena.

La carestía, la falta de taquilla y el afán de ahorro hicieron que las obras de teatro se quedaran en monólogos, interpretados por un solo actor o actriz. Tal vez la primera fue Lola Herrera con “Cinco horas con Mario”. Luego cogió esta costumbre Rafael Alvarez “el Brujo”, que llevaba al escenario las obras más clásicas pero apareciendo únicamente él en escena. Hubo un tiempo en que no le fue mal, aunque se hizo muy popular el detalle de que, para que la gente se animara a asistir a alguna de sus representaciones, sorteaba un jamón entre los espectadores, como se hacía en las charlolatas del coso de la Alameda en los años 40 y 50. Hoy ya no vale ni lo del jamón. Cada día existen menos compañías que tengan la valentía de montar una obra y lanzarse a recorrer España, como hacían los viejos cómicos de la legua.

El teatro tiene poca ayuda estatal y sobre él pesan los mayores impuestos. Mala cosa para una sociedad que precisa mejorar bastante. Hace tiempo que no encuentro en las carteleras el nombre de Rafael Alvarez “el Brujo”, un actor que ha dado una gran medida en la escena y apenas tuvo oportunidades en el cine. Y a mí me cae bien su peculiar manera de interpretar, amén de esa simpatía que siempre despierta saber que el Brujo pasó casi toda su infancia viviendo en el pueblo de Torredonjimeno.