Otro fútbol

28 abr 2017 / 17:15 H.

Si es cierto que la reiteración continuada de lo exquisito puede llegar a empalagar y cansar, ya me dirán ustedes qué puede pasar cuando lo que vemos, una y otra vez, es lo mediocre e, incluso, lo que no llega ni a mediocre. Termina uno hastiado. Yo no creía que una cosa así me sucedería a mí con el fútbol, pero veo tantos partidos por la televisión que me encuentro saturado.

La mayoría de los encuentros me aburren soberanamente. Apenas existen diferencias entre ellos. Los sistemas y los intereses condicionan a los equipos que, desde hace muchos años, juegan más mirando su propia portería que la del rival. También los futbolistas están adocenados, formados con el patrón de los entrenadores que, prácticamente, es el mismo para todos. Sólo cuando están en el terreno de juego jugadores como Messi, Iniesta, Isco y unos pocos —muy pocos más— puede uno gozar de la esencia de lo que debería ser el fútbol: juego y goles.

Lo único que sigue sin cambiar es que el balón sigue siendo redondo y las porterías rectangulares, pero hay gente viviendo de esto que parece que no lo saben. ¿Hay algo más aburrido que un partido de fútbol sin juego y sin goles? Pues esta situación se repite a mogollón en cada jornada. En los viejos tiempos me divertía más. Cuando se decía, con razón, que un córner era medio gol, porque eran cinco delanteros para rematar y dos defensas y el meta para defender. Existían aquellos extremos rápidos, incisivos, desequilibrantes, que corrían la línea para centrar y que aquellos arietes de leyenda rematasen espléndidamente de cabeza. Cómo se gozaba en el viejo Estadio de la Victoria con las internadas de Mangüi, Uncilla, Ayala, Bomba o Peiró y aquellos espectaculares cabezazos de Arregui. Recuerdo extremos legendarios como Gorostiza, Basora, Miguel, Tejada y, muy especialmente a Paco Gento, el gran capitán madridista, y delanteros legendarios como Zarra, César, Mundo, Araujo, Pahiño y un símbolo del fútbol jiennense llamado Arregui. Gento, que tiene actualmente 83 años, nació en Guarnizo (Cantabria). En la temporada 1953-54, dejó al Santander para firmar por el Real Madrid, club en el que jugó 18 temporadas, ganando 12 Ligas y 6 Copas de Europa, entre otros muchos títulos. Fue 44 veces internacional. Retirado, entrenó a varios equipos pero parece que ésa no era su auténtica vocación y lo dejó pronto.