Nuestra bandera

    28 may 2020 / 16:29 H.
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    Resulta lamentable que algunos partidos quieran apropiársela como patrimonio exclusivo y excluyente. No es necesario decir quiénes son porque ellos mismos se delatan. Frente a los que la reivindicamos como símbolo de los que nos une como nación, no tienen ningún escrúpulo en airearla a los vientos de una ideología sectaria e intolerante, en manifestaciones que arriesgan la salud y la vida de todos. Hacen lo mismo cuando, desde una visión necia y obsoleta, intentan hacer suya y de nadie más una interesada y falaz admiración por la Monarquía. Quizás de este modo consigan hacerle el favor más flaco a la institución que debería representarnos a todos, dividiendo a la sociedad entre los auténticos y únicos monárquicos, y los marxistas hijos de Bolívar. Triste la verdad que hagan esto además invocando una libertad que tienen de sobra, incluso en tiempos tan difíciles como los que vivimos. Una burda estrategia de falsos constitucionalistas que sueñan con una sociedad donde la pluralidad sea una especie de pecado original, y la condición de patriota nunca esté al alcance de los que pensamos desde el signo de la izquierda y el progreso moral, con esa o cualquier otra bandera.

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