Nostalgias

    16 may 2019 / 18:26 H.

    Hubo una vez un pueblo nuevo que abordaba unido una etapa ilusionante, radicalmente diferente de lo que había vivido. La democracia, el antifranquismo, soberanismo, laicismo, europeísmo... Unieron a todos, más allá de ideologías de posicionamientos o intereses de partido, en una Coordinadora Democrática. Comunistas, socialistas, liberales, democristianos y socialdemócratas formaban parte de lo que se dio en llamar la Platajunta. Era por los años 75 del pasado siglo, mientras el dictador consumía sus últimos días. Luego, ese pueblo se embarcó en una transición de la que nadie se sentía excluido. En el 82 sus ciudadanos eran maduros y votaron en bloque al PSOE, el voto útil para poder tirar adelante, para incorporarse a la modernidad, a Europa. Y hete aquí, que ese —¿maduro?— pueblo, ahora, se desmorona en intereses espurios. Nacionalismos populismos, intereses de partido... Grandes políticos y parlamentarios dieron paso a corruptos y trileros que, en lugar de gestionar el día a día de los ciudadanos a los que representan, cambian mensajes, se acusan con descaro, mienten a sabiendas, y se alían, o no, con partidos que nacen al albor del caos que han creado. Este pueblo tiene un camino recorrido para el que la nostalgia no es una solución.