No puede salir tan barato

10 ene 2018 / 08:59 H.

Me llamo Antonia Arévalo y soy madre de Luis Ildefonso López, un joven de 27 años que falleció en un accidente de tráfico el 2 de abril de 2016. Un conductor que circulaba con alto grado de alcoholemia y exceso de velocidad se cobró la vida de mi hijo y la de su amiga Aurora, de 28 años, dos jóvenes que derrochaban simpatía por donde iban, dos excelentes personas.

Tal como recogía este periódico el pasado 26 de diciembre de 2017, el juicio se celebrará el próximo 13 de febrero de 2018, casi dos años después de este trágico suceso. La Fiscalía acusa al responsable de este suceso de un delito contra la seguridad vial, en concurso con dos delitos de homicidio imprudente” y alguno más. Para mí, todos estos “títulos” son demasiado suaves, yo utilizaría otros términos, pero los diría desde el dolor que llevo dentro y no sería correcto plasmarlos aquí.

Cada persona debe ser consecuente con sus propios actos. A este sujeto, con 25 años, nadie le obligó a emborracharse ni a conducir a desmesurada velocidad, pues el resultado de sus excesos fue acabar con la vida de dos jóvenes y amargar la existencia a sus familias.

Este calvario que llevamos padeciendo casi dos años, para mi familia se acentúa aun más, pues vivimos en el mismo municipio que este individuo. Canena es un pueblo pequeño, nos conocemos todos y es duro, durísimo, pensar que a unos metros de mi casa vive el individuo que provocó el accidente en el que fallecieron mi hijo y Aurora. Aun así, sigue gozando de libertad, conduciendo alegremente y poniendo en riesgo la seguridad vial, dados sus constatados antecedentes. Las nuevas medidas del Ministerio de Interior aseguraban que la retirada del carné para los reincidentes en infracciones por alcohol. Nosotros nos preguntamos: ¿Por qué no se han adoptado tales medidas?

Según la legislación vigente, la máxima condena por estos dos homicidios imprudentes es de ocho años, pero estoy segura de que no los cumplirá íntegramente, según venimos viendo en casos de semejantes características. ¿Por qué? ¿Es castigo suficiente condenar a menos de ocho años a quien se ha cobrado la vida de dos inocentes?

No hay condena suficiente para privar de libertad a un delincuente que, por sus errores o excesos, se lleva por delante vidas humanas. Considero que son necesarios la revisión, la actualización y el endurecimiento de las condenas para este tipo de conductas, así como la agilización de la justicia, de manera que no se tenga que esperar años para que un supuesto delincuente sea juzgado. Años en los que, en este caso, este presunto homicida sigue disfrutando de la libertad que ha arrebatado a dos jóvenes para siempre. También reivindico el cumplimiento íntegro de las condenas, según para qué casos.

Los excesos de velocidad, la conducción bajo los efectos del alcohol o de drogas son armas de doble filo en la conducción.

Quisiera apuntar que, a raíz de la pérdida de nuestro hijo, mi marido se ofreció voluntario para colaborar con la Guardia Civil en controles de alcoholemia junto a otros padres que han sufrido la misma pérdida que nosotros. Nuestro objetivo es concienciar a los conductores en la medida de lo posible para evitar estas tragedias. Me daría por satisfecha si estos párrafos sirvieran para sensibilizar a las personas en torno a estos problemas tan graves que tantas vidas inocentes se han cobrado.

Ni mi hijo Luis ni su amiga Aurora se pueden defender, pero sus familias seguiremos alzando la voz y exigiendo que acabar con dos jóvenes con todo un futuro por delante no pueda salir tan barato.