Niños programados

30 jun 2017 / 17:00 H.

Me lo decía hace poco un maestro que ya peina canas y se encuentra al borde de la jubilación. Sus ojos han visto cómo han evolucionado las generaciones de niños y adolescentes de las últimas cuatro décadas, y también con ellos su padres. Me alertaba de que los padres de hoy somos mucho más protectores y controladores, que dejamos poco espacio para la improvisación. Todo se programa y se supervisa de manera exhaustiva. Una situación que llega a niveles tan extremos de tutela e implicación que en muchos casos los progenitores asumen como propios los deberes y las tareas escolares que llevan para casa. Se quejaba de que esa incursión afecta a todos los niveles, incluido el tiempo libre, y que algunos niños parecen no saber qué hacer si no les tienen organizada la tarde. Se están convirtiendo en “niños programados”, que repiten insistente el mantra de “me aburro” en estos meses de descanso estival tras el cierre de los colegios hasta septiembre, a la espera de que alguien de su entorno le dé contenido a lo que parece haber olvidado.

Tal vez lleve razón este maestro. Si rebusco en la memoria de los veranos de mi infancia poco se parecen a los de los niños de hoy. No sé si era mejor, pero nadie nos tenía que enseñar a jugar.