Nina y Mayte

19 dic 2018 / 11:30 H.

H ace muchos años, la llegada de una persona a la jubilación era la antesala de una época difícil, con achaques, enfermedades y problemas económicos. Hoy, afortunadamente, las cosas han cambiado y la posibilidad en algunos trabajos de jubilarse a los 60 permite que muchas personas disfruten de esta etapa. Desconozco cuál es el origen etimológico de la palabra jubilación, pero podría perfectamente derivar de júbilo, de alegría, por la nueva etapa que se comienza a vivir y por el trabajo bien hecho. Y si ese trabajo ha sido uno de los más bonitos que existen, como es el de maestra, la satisfacción ha de ser aún mayor, y con seguridad se refleja en el cariño que los compañeros de profesión y, sobre todo, los niños, les demuestran de manera espontánea. Y esto es lo que en muy pocos días le va a ocurrir a dos maestras con las que he compartido sus últimos años en la docencia. Hay personas que han tenido la suerte de trabajar en lo que verdaderamente les gusta, y eso se nota en su sonrisa diaria, en su predisposición, en su compromiso, en su actitud y en la felicidad con la que acuden al colegio para desarrollar una profesión nada sencilla. No sé si los alumnos que han pasado por las manos de Nina y Mayte serán algún día conscientes de la suerte que han tenido, pero nosotros, los maestros, sí que podemos decir que ha sido un gustazo trabajar con ellas.