Ni lluvia ni jornales, otra depresión

Ya hay olivos hasta en la misma ribera del Guadalquivir, efecto llamada de las subvenciones comunitarias >> La diversificación de la economía no existe ni por asomo y la agraria tampoco >> Eso sí, el olivar impide en Jaén el despoblamiento

12 nov 2017 / 11:01 H.

Es el mantra oficial, menos mal que tenemos el sector primario, que de lo contrario, esta provincia... En Almería, por ejemplo, lo ven de otra forma, que gracias al aceite no hemos pasado hambre y ellos tuvieron que buscarse las habichuelas precisamente por eso, por tener mucha hambre. Sea como sea, el caso es que ya hay olivos hasta en la misma ribera del Guadalquivir, efecto llamada de las subvenciones comunitarias y, aquí, en este caso concreto, porque con agua se acaban las vecerías del olivar y el dinero contante y sonante no tiene altibajos. Por lo tanto, con 66 millones de olivos o 70, benditos todos, la diversificación de la economía no existe ni por asomo y la diversificación agrícola para llenarle camiones con productos hortofrutícolas a las cooperativas de Almería que viajan a diario a Europa, pues tampoco. Ni lluvia, con lo bien que cayó hace una semana, ni jornales, otra depresión.

Se enfrenta Jaén en particular, provincia de interior, pobre de iniciativas y de emprendimiento, sin recursos propios y sin efecto lanzadera en ningún capítulo de la vida, sean puentes o trenes, fuesen espectáculos de masas o alguna moda estructural que nos coloque en el umbral de la riqueza de otras provincias hermanas, a un futuro preocupante. Nada nuevo, que cada día que pasa es un milagro y ahora, insisto, sin lluvia ni jornales, de nuevo disponemos a pasar otra depresión colectiva; se apaga la economía en los pueblos, las tardes de noviembre se hacen eternas y sin jornales, más subsistencia, menos alegría, más diáspora. Solo el olivar, conste también, ha impedido en Jaén el despoblamiento masivo que hay en la España de la Meseta, pero a este paso solo quedarán en los pueblos, cuando la generación que ha levantado el estado del bienestar nos deje, los pocos braceros ocupados tras la mecanización del olivar, que los dueños de los olivos, hace tiempo que han venido abandonando sus raíces por lugares más confortables. Seguro que no suena bien, pero para este cronista sería música celestial si la política de la Junta de Andalucía marca objetivos a corto y largo plazo para que los pueblos andaluces sigan siendo como son.