Morir por un ideal

30 nov 2018 / 11:17 H.

Hoy, a las 19.30, tendrá lugar en la biblioteca pública de Castillo de Locubín la presentación de un libro fascinante: Morir por un ideal. Su autor es, el brillante historiador, criminólogo y novelista jiennense, Luis Miguel Sánchez Tostado. Sus protagonistas, Federico y María Dolores, o sea, la familia Castillo-García-Negrete. Personajes para la historia, la literatura y la leyenda. Un hombre y una mujer, un castillero y una alcalaína, un amor romántico y un destino. Una vida llena de símbolos. Una existencia que solo los grandes investigadores y escritores como Sánchez Tostado pueden caligrafiar en las páginas de un texto apasionante; conociendo la verdad y contándola, tal y como decía Ben Bradlee.

Federico Castillo Extremera nació en Castillo de Locubín el 17 de abril de 1875. Fue hijo de Manuel Castillo Cortés y Flora Extremera Parera, unos humildes comerciantes. Como señala Caballero Venzalá, cursó los estudios primarios en el pueblo y en el instituto de Jaén obtiene el título de Bachiller en 1893. Se casó en Alcalá la Real con María Dolores García-Negrete y Ruiz-Zarco, una mujer guapa como las musas universales y las heroínas de la libertad. Licenciado en Medicina en 1900, logró el doctorado en 1910. Consiguió el acta de diputado a Cortes en la República en la lista de Acción Republicana, encabezada en Jaén por Niceto Alcalá-Zamora. Cuando tiene lugar la sublevación militar de Mola y Franco, era presidente de la Diputación Provincial. Fundó en Jaén Izquierda Republicana al evolucionar a posiciones más progresistas. Su obra literaria y periodística tiene un relevante valor social y humanístico. Una comedia suya en dos actos y en prosa fue estrenada el 9 de septiembre de 1920 en el Teatro el Norte de Jaén, que él mandó construir. La música, sobre todo el piano y la guitarra, era para este conspicuo castillero una pasión entre Beethoven y Mahler, entre Chopin y Mozart. Sus hijos heredaron esta hermosa dilección. Murió en Madrid el 13 de noviembre de 1936 a causa de un cáncer de garganta. Santiago López Navas, profundo conocedor de su biografía, destaca el hecho de que siempre manifestara su entrega tan sincera a los más desfavorecidos y pusiera su casa, en el número 10 de la jiennense calle Bernabé Soriano, a su disposición, como médico y como persona.

La mujer de Federico Castillo es el ejemplo sublime de una heroína comprometida con el pueblo, el grito contra el fascismo y la defensa de su ideal republicano. María Dolores García-Negrete y Ruiz-Zarco, madre de 14 hijos, nació en Alcalá la Real en 1887. Sánchez Tostado, con su pluma stendhaliana y dickensiana, cervantina y fittzgeraldiana, la define como mujer “de formación religiosa, pero profesando una fuerte empatía por el ideario republicano y de todas las causas sociales de su época”. Uno de sus hijos, Federico, fue acusado, con alevosía y nocturnidad, de participar en el asesinato de José Calvo Sotelo, como una posible venganza por el atentado contra el teniente Castillo, que era primo de su padre. María Dolores García-Negrete y Ruiz-Zarco, Dolores, “La Bella”, voz gandhiana y hernandiana contra el golpismo franquista, fue fusilada por las balas desalmadas y viles, asesinas y cobardes de los sublevados, el 1 de marzo de 1940, en el cementerio de San Eufrasio de Jaén. Tenía 53 años. Francisco Martín Rosales la considera como una heroína que nace del pueblo, respira siempre los aires de la libertad y lucha, apasionadamente, por la igualdad y la clase trabajadora. Federico Castillo Extremera y María Dolores García-Negrete, una biografía de la historia y para la historia, a la cual Moisés Gallardo Pulido aporta hechos y datos con esa observación y espíritu investigador, propio de un historiador riguroso y fiel a los documentos inéditos. Castillo de Locubín, Alcalá la Real y Jaén, en las páginas herodotianas de Morir por un ideal. La prosa de Luis Miguel Sánchez Tostado fluye, quevediana y fulgente, a través de las generaciones. Dolores Ruiz y José Morales nos lo comunican con fragmentos, que nos llevan al recuerdo de un pueblo con un castillo en su nombre. En la universalidad de sus hijos más queridos, otrora preteridos y hoy vivos en los anales de la sabiduría.