Miguel y María, la concordia

Una pareja de Villanueva del Arzobispo recibe el cariño de los jiennenses en forma de compañía y comida >> Llevan más de un mes haciendo vida con dos hamacas y unos plásticos >> Cáritas les brinda ayuda sin éxito y el Ayuntamiento va a intervenir

09 jul 2017 / 11:26 H.

La gente le lleva comida, le da charla y compañía, de forma espontánea. No está contemplado en ninguna normativa municipal ni proviene de taxativa orden de ningún Gobierno, se hace porque se quiere y punto. Miguel y María, María y Miguel, llevan semanas acampando día y noche en el Parque de la Concordia, huyen de Villanueva del Arzobispo, donde tenían techo pero se les acabó el salario y el condimento y dejaron su pueblo por eso que en los pueblos se llama fatiga y no tiene que ver con el cansancio, por el qué dirán, porque allí les daba vergüenza pedir para comer. Hasta Jaén llegaron y en Jaén una muchacha a la que ellos llaman su ángel (Irene Morales) nos puso a todos en alerta. Siglo XXI y 17 años más, los políticos en su estado natural de pelea permanente, eterna, ahora con el Museo Íbero, que no hay dinero para nada o para sus discutibles prioridades y una pareja en la flor de su vida desamparada, durmiendo a la intemperie, con dos hamacas y alguna colcha vieja. Los ojos se concentran en Miguel y María y la solidaridad cae del cielo, como suele ocurrir con Jaén y sus gentes, los últimos en renta per cápita y bienestar, los primeros en paro y en ayuda al prójimo. Contrastes y contradicciones, realidades y esperpentos que certifican una tierra única porque su gente es única, quizá también inclasificable porque dar sin tener tiene más mérito aún. Y recibir sin pedir, a eso solo se le puede llamar humana resignación, dejarse llevar por el destino o como se llame la cosa esa que te lleva y te trae de un lado para otro habitualmente a orillas de la desesperanza. Por ello puede que no quieran nada que no tengan, más que cariño, por ello puede que no quieran nada especial que no se ganen con sus propias manos, por ello puede que Miguel y María, María y Miguel no quieran dejar a sus dos perros y a su gato, el único capital tras una vida entera de trabajo, quienes no han abandonado a sus dueños porque no entienden de desahucios ni de desempleo, sí de afectos, que es lo importante en la vida, lo único trascendente. Lo demás, el trabajo y la vivienda digna vienen escritos como derechos inalienables en la Constitución, pero de momento, no se ejecutan, la política está en otras cosas.