Miguel Ángel López Barea, un señor

En la muerte de López Barea, hay que reconocerle todo lo que hizo por unir las organizaciones empresariales >> De él destacan muchas cualidades, sobremanera la facilidad con la que tendía puentes para el entendimiento entre enemigos feroces

06 ago 2017 / 11:18 H.

Hoy en día ser caballero no está de moda, lo que se lleva es usar las redes sociales para machacar a todo bicho viviente y así ser un macho alfa, tener pose de dandy sin querer serlo siquiera o jugar a todo menos a la conciencia que emana de la propia condición humana; sí, somos veletas y de igual forma que el girasol bascula en busca de los rayos de sol más fuertes, nosotros caminamos según el aire que nos sopla, interesadamente. Es el tiempo de las posverdad, que no es otra cosa que el tiempo de la mentira, cuando lo real deja paso a la percepción que tengamos de ello y esa emotividad que nos crean los dueños del frentismo se impone incluso a hechos incontestables... Pero con todo lo mal que lo estamos haciendo aún hay semillas que pueblan esta sociedad cainita y complaciente, contemplativa y victimista, que son todo lo contrario. Semillas de gente honrada y trabajadora, savia de gente capaz y capacitada, gente buena que hizo de su vida un solaz de bonhomía, gente imprescindible, grande y única, que cuando llegó su hora dio un paso al lado para que otros tomaran las riendas de esta Jaén querida y nuestra. Les habló sin requiebros de un caballero, de un señor a carta cabal, de un hombre de la cabeza a los pies, por donde se vestía con una dignidad fuera de lo común. Les hablo de un emprendedor que nunca dejó de ser persona, que siempre sumó voluntades y esfuerzos a la gesta colectiva de hacer crecer a esta tierra. Les hablo emocionado de un amigo, Miguel Ángel López Barea, a quien esta semana hemos dicho adiós, el hasta luego eterno que se le da a quienes de siempre permanecerán en tu corazón, porque mueren solo quienes son olvidados. Y Miguel Ángel no lo será nunca, especialmente por su familia querida, tampoco por quienes le tratamos y desde el primer momento divisamos en él alguien insustituible, como persona y como líder empresarial. Culto y bondadoso, siempre con una sonrisa, mano tendida, visión de futuro, hacedor de encuentros entre permanentes desencuentros, valiente pero de alma bonachona, comedido pero siempre firme, ejemplar en el mando, pulcro hasta el extremo en el manejo de lo que era de todos, persona que nunca se dejó engrandecer por el personaje, un tipo único, irrepetible... Descanse en paz Miguel Ángel López Barea, un grande de Jaén.