Mensaje en la botella

27 jul 2018 / 08:16 H.

Cuando se gaste la próxima botella en casa, no la lleve al contenedor verde. Por favor, recorte esta columna y enróllela con cuidado sobre sí misma hasta hacerla parecer un tubito. Introdúzcala por el cuello de la botella, póngale el corcho y llévela consigo hasta el próximo río, el siguiente océano que el azar le coloque delante. Una vez allí, tírela sin contemplaciones. Aunque no recuerde lo que ponga. Aunque no ponga nada. Aunque detrás de ella no estén más que los ecos de un Bartleby cualquiera que no tiene ya nada que decir, nada que proponer. Así, si un día navego por esas aguas, me encontraré una botella y me podré permitir la fantasía de que es la mía y, a la vez, la que usted tiró. Y pensaré que el “I would prefer not to” se ha acabado y sigo siendo yo, ese Quique que Dibujaba la Tristeza y que sigue escribiendo contra viento y marea. O, en caso de que eso del mensaje en la botella le parezca demasiado trasnochado, siempre puede recortar la columna, guardársela en el bolsillo y, cuando se acuerde, dejarla a recaudo del viento. En cualquier esquina de esta ciudad ajena que usted y yo habitamos. Insisto, no se preocupe de la manera: solo piense que, si me la encuentro por casualidad, me podría salvar la vida.