¿Me llenas, por favor?

05 oct 2018 / 12:00 H.

No me gustan las copas vacías ni las personas que siempre tienen la copa vacía. Me gustan las copas llenas y la gente que mantiene su copa llena. Las que esperan sin exigir, las que salen a comprar pan a las once de la noche y vuelven con pan. Las que salen a comprar tabaco un domingo lluvioso y vuelven con tabaco, las que siempre tienen sal para el vecino que se olvida de comprarla. Me gustan las personas que me enseñan a tener la copa llena. Las que nunca se olvidan de llenarla por si me da sed. Las que dan soluciones sin siquiera haber planteado el problema. Las que me dan la seguridad de que no moriré de sed o las que guardan bajo la cama los ahorros para una vida mejor, aún sabiendo que no llegará. Me gustan las copas llenas de caldos de color y no de aire y dejadez, aunque la mía no siempre lo esté. No me conformo con una copa a medias pues casi igual mediada que vacía. Una copa vacía, al igual que las personas, vuelca antes que una copa llena. No quiero a mi lado copas vacías ni quiero personas vacías, pues como dice el Poema de Desencanto de José Ángel Buesa, no valen la pena. Y ahora dime, ¿tienes llena tu copa?