Manadas y otras bestias

15 dic 2017 / 09:36 H.

Me faltan palabras para calificar la indignación que me provocan los detalles en torno al caso de abusos sexuales —visto ya para sentencia— ocurrido durante las fiestas de San Fermín de hace unos años. Si de por sí me resulta absolutamente repugnante que varios tíos puedan obligar a una chica a mantener relaciones sexuales contra su voluntad, me parece igual de grave que se pretendiera justificar con una investigación sobre la vida que llevaba la joven. Es verdaderamente perverso confundir —e incluso solo insinuar o realizar la asociación— lo que cada uno decide hacer con su vida y su cuerpo, en el ejercicio de su libertad como persona adulta, con que esto suponga barra libre y self service para el cabestro de turno que debe concluir su noche de farra con alguna presa de caza. Tres cuartas de las mismas con lo ocurrido con tres jugadores del Arandina —ya en prisión preventiva— por presuntos abusos sexuales a una menor, o los casos registrados el pasado San Lucas. Se nos deben encender todas las luces rojas como sociedad cuando estas situaciones se dan con tanta frecuencia protagonizadas por manadas y otras bestias que dan asco.