Madrugá

30 mar 2018 / 11:21 H.

Sé que a algunos no les va a gustar el articulito, pero no puedo seguir con la boca cerrada por el puñetero tema del bien-queda. Me gusta viajar, disfrutar de otras costumbres y tradiciones y después volverme a mi tierra para saborear las mías. Estamos importando absolutamente todo sin ver lo que perdemos. Originalmente, desde el siglo XVI, en su estación de penitencia estaban obligadas las cofradías a visitar cinco iglesias en recuerdo de las cinco llagas que taladraron el cuerpo de Cristo. Luego se le añadió el hacer estación dentro de la Catedral para adorar al Santo Rostro, y no olvidemos que fue el motivo por el que se levantó la basílica. Las cofradías no tenían un itinerario rígido sino que lo alteraban según sus necesidades, lo único obligado era la pentavisita y la entrada a la Catedral. La Agrupación de Cofradías, organismo que se encargó de darle forma y rigidez a las procesiones, instituyó la carrera oficial al paso por la calle Bernabé Soriano, montándose una tribuna donde se sentasen autoridades y dirigentes con sus invitados. Esto fue lo que hizo que definitivamente las cofradías no pasasen por las naves catedralicias. Isidoro Lara decía que “es por el Santo Rostro por lo que nuestras procesiones cobran un rotundo sentido y sería lastimoso que entonásemos un ciceroniano; Oh tiempos, oh costumbres”. Teníamos esa seña de identidad que se perdió y que se debería de recuperar, al igual que habría que cuidar ese feo detalle de no haber terminado de pasar el manto negro de la Dolorosa, y escucharse a voz en grito al vendedor de globos pregonar sus productos con un carrito que más bien parece Furnieles en la trashumancia. Si todo ha ido como está previsto cuando me encuentro escribiendo el artículo, esta noche en nuestras calles se encontrarán la cofradía de Nuestro Padre Jesús y la de El Gran Poder que realizará su primera salida. La cofradía del Abuelo se funda en el Convento de los Carmelitas descalzos en 1594, pasando tras la desamortización por la Iglesia del Sagrario, la Merced, la Catedral, hasta que en 2009 se traslada de nuevo al convento carmelitano. El nombre de la misma es “Antigua, Insigne y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores”. El título de Real se lo otorgó en 1862 el rey consorte Francisco de Asís de Borbón, siendo nombrado en 1904 el rey Alfonso XIII Gobernador Honorario de la misma. La talla pudiera ser de Sebastián Solís, por tener gran parecido la cabeza de Jesús con la del Cristo del Calvario de la iglesia de San Juan. Simón de Cirene es obra de Luis de Montesinos, donada por la congregación de soldados romanos, sirviendo de modelo su capitán Tomás Cobo. Este año la salida del Abuelo se ha adelantado a las 2.30 horas para compensar el tiempo que se pierde en la petalada y por el “itinerario saetero”, que consiste en el canto de saetas en cinco puntos marcados por la cofradía. La Virgen de los Dolores saldrá al encuentro del abuelo entre un mar de velas desde el atrio del convento carmelitano, a lo que este año se sumará una emotiva oración cantada por el tenor jaenero Francisco José Ruiz Merino. La otra cofradía de esta noche es el Gran poder. Tiene un solo trono pero con una iconografía verdaderamente sobrecogedora, recogiendo el paso de Jesucristo por la calle de la amargura junto con su madre María Santísima del Dulce Nombre. Todas las tallas están sacadas por la gubia de José Antonio Cabello, imaginero Cordobés. La nueva cofradía ha sido creada por un grupo de amigos que se reunían alrededor de la calle Gran Capitán, y que después de 10 años de duro trabajo, van a hacer que nuestro Viernes Santo sea aún más grande si cabe. Desde aquí mucho ánimo a estos valientes que han conseguido sacar el proyecto adelante a base de pasión, tenacidad y amor a la Semana Santa jaenera. Sigamos avanzando con la energía de nuestra juventud y la experiencia de nuestros mayores, pero sin perder nuestras señas de identidad, que el mayor valor que puede tener un pueblo.