Luto y
orgullo

01 feb 2019 / 12:06 H.

Cuando usted, lector, lea estas líneas, seguramente esté saturado de haber oído y leído noticias y comentarios sobre la tragedia del pequeño Julen y la desgracia y angustia de sus padres. Y del valor, entrega y coraje desinteresados de tantos que han hecho posible su rescate, aún sin vida, simplemente con la esperanza de encontrarlo todavía con capacidad de revivir. De ellos nos sentimos orgullosos todos los españoles. Nuestro agradecimiento hacia ellos no tiene límites así como nuestro reconocimiento a empresas y gente sencilla que han aportado su ayuda incondicional para que el salvamento fuera posible. En estos casos uno se reconcilia con el ser humano, cuando manifiesta su bondad y su solidaridad, cuando muestra lo mejor de sí mismo. Pero por desgracia hay más niños que fallecen y no han merecido ni una mirada de lástima por el resto de nosotros; son niños que mueren al cruzar el mar en pateras, que sufren hambre y desnutrición en países azotados por luchas fratricidas, niños que son el vivo retrato del desamparo. Mientras esto esté sucediendo, nuestro orgullo y nuestra esperanza en la bondad manifiesta del ser humano quedan seriamente tocados. Una lástima. Ojalá pronto podamos pasar del luto por los inocentes al orgullo de nuestra solidaridad.