Los modernos botarates

20 mar 2018 / 08:56 H.

A veces, lo moderno me pone escarpias en el pelo. Comprendo que, dada mi edad, sienta nostalgia de lo que he vivido, o esté chocheando como un cascarrabias, que le molestan hasta las moscas que pululan por mi alrededor. Al grano y dejo atrás los recovecos literarios. Por entrar a la plaza de toros para ver una corrida me llamaron asesino una caterva estupidilla que se creen los defensores de los animales, pero se comen oreja de gorrino con habichuelas, o le hincan el diente a un percebe, que por cogerlo ha estado a punto el percebeiro de fregar la olla para siempre. En los carnavales se han guaseado de Cristo, la Virgen y todo el santoral incluido. Dicen que les ampara la ley de libertad de expresión, a la que comparo, en este caso, a una cubeta que tiene demasiados agujeros por donde escapa el contenido del continente. Todo es mejorable y esta Ley no va a ser la excepción. Libertad de expresión no debe constreñirse a poner como un trapo viejo al vecino del octavo, o cagarse en la madre que lo parió a quien va como un santo Job por la vida a cambio de ganarse un cachito de cielo. Lo mantengo. Libertad sin educación, apaga y vámonos.