Los misales de los Pujol

21 may 2017 / 11:22 H.

Todavía existen, con menos competencias, los Tribunales Eclesiásticos Episcopales que se crearon cuando la Iglesia primitiva tuvo necesidad de corregir los comportamientos de muchos clérigos que cometían faltas o delitos que atentaban contra los Mandamientos de Dios y de la Iglesia. Tales tribunales estaban en todas las diócesis del mundo católico regidas por un obispo. Los momentos estelares de los Tribunales Eclesiásticos los encontramos en las edades Media y Moderna cuando intentaron ampliar prácticamente la justicia que impartían no solo a los religiosos exclusivamente, sino que, además, en determinadas circunstancias, le sustraían “clientes” a la justicia ordinaria argumentándolo en que todas las personas de los estados católicos habían sido bautizados por la Iglesia. En tiempos pasados se dieron muchos conflictos entre las jurisdicciones laicas y eclesiásticas hasta que los Estados decidieron que había que separar a la justicia ordinaria de la religiosa. De otro lado, imitando la jerarquía eclesiástica, algunas organizaciones criminales, como la Mafia o la Cosa Nostra, se formaron con modelos parecidos. Ello ha llegado hasta nuestros días como pueden demostrar diferentes medios de comunicación. O sea, los delincuentes tomaban el modelo eclesiástico por su buena organización y respeto a la jerarquía. También, para seguir transmitiéndose y tener personalidad, necesitaban de un lenguaje propio, o bien, tomado de otros campos del saber o del conocer.

La banda Pujol, católicos practicantes (en otro tiempo se les llamaría fariseos), investigada por diversos miembros de la Justicia, ha utilizado un lenguaje críptico, tratando de engañar a los investigadores, y han acudido a la terminología eclesiástica usando el título de Mosén (reservado a los sacerdotes) para llamar al director de Banco que les guardaba los fondos de dudosa procedencia; la señora Marta Ferrusola se llamaba a si misma Madre Superiora, los conventos eran los bancos donde depositaban el dinero, el Capellán era el hijo mayor Pujol Ferrusola. No nombra al Padre Prior (aunque sospechamos quién debía ser), ni sacristanes, ni monaguillos, etcétera, etcétera. Cada misal era un millón y aún quedan por descubrir más vocablos. Son la vergüenza de Cataluña y los católicos deberían exigir a la Iglesia, que al tiempo que se les juzga por la jurisdicciones civil y criminal, también lo fueran por el Tribunal Eclesiástico Episcopal de Barcelona con el agravante de aprovechar la política en su término más peyorativo (recuerden los lectores que la palabra madre cuando se le añade política, se transforma en suegra).