Los males de los mulos

    12 jul 2021 / 14:28 H.
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    La aprobación por el Gobierno la semana pasada del Proyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, de cuya tramitación se ocupará el Congreso a partir de septiembre, me ha regresado estos días al Primer viaje andaluz. Notas de un vagabundaje por Jaén, Córdoba, Sevilla, Huelva y sus tierras (1959), del maestro Camilo José Cela. Páginas de una historia aún en curso donde la vasta cultura viva de la geografía provincial no la merma ni la ineducación de muchas de las gentes que la poblaban a mediados del siglo XX, tiempos sin trabajo y presos del hambre, pobres, ay, y mucho más que los de hoy todavía, dictados por aquella posguerra. Una perla solo: “En la plaza de San Francisco, delante del bar Principal, el vagabundo al paso de una moza de poderoso andar y bien calculadas proporciones, oyó decirle un piropo que le aleccionó y le dio mucho que pensar: —Vale usted más besos que huevos se necesitan para romper una campana”. Dejando aparte ahora que hablarle de usted a la destinataria del rebuzno perfila al caballero español como otro jaenero jaranero, de pro, copeando a la tarde en un velador de nuestra Plaza Vieja, quédense con la copla: la necesita esa antología de malos ejemplos que este país tendría que ir compilando si quiere campar por su libertad sin zafiedades, sin machotes que lleven su paquete colgando de la boca. No seamos mulos. Basta de cuchichearles a desconocidas por la calle guarradas de nuestra literatura castiza más primitiva. Lo cortés no quita lo caliente.

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